ANTONIO CASADO-El Confidencial
- Como jefe del principal partido de la oposición, Casado tratará de convencernos de que hay otra forma de hacer las cosas distinta a la de Sánchez, que no es la de Abascal
En formato moción de censura (art. 113 de la CE), hoy toca debate sobre el estado de la nación desquiciada. El candidato inverosímil a la presidencia del Gobierno, Santiago Abascal (Vox), pone el pretexto. Pero el morbo lo ponen Sánchez y Casado, el que gobierna y el que puede gobernar en una España sitiada por una pandemia devastadora.
Sí, devastadora, porque desborda el ámbito de lo sanitario. Y ya es pandemia económica, social y política, como demuestran los acontecimientos de las últimas semanas y se comprobará en los cruces parlamentarios de hoy y mañana en el Congreso. El virus se llama incertidumbre, con sus variantes de pesimismo, ansiedad colectiva y desafección institucional.
Mientras la gente se confina, se contagia, se muere, se arruina o pierde su puesto de trabajo, la clase política bota y rebota en su castillo hinchable
Mientras la gente cada vez más se confina, se contagia, se muere, se arruina o pierde su puesto de trabajo, la clase política bota y rebota en su castillo hinchable de feria. Atropellos, brincos, saltos mortales, zancadillas y salidas de madre. Vale todo. Hasta que el titular (Sánchez) y el aspirante (Abascal) coinciden en disparar contra Casado. Por distintas razones, claro. Por aliarse con «los fascistas» si apoya la moción, dice Sánchez por boca de Ábalos. O por aliarse con «los socialcomunistas» si no la apoya, dice Abascal por boca de Macarena Olona. El interesado escapa de la tenaza por desmarque. “El tema no me importa nada, no dedicaré ni un minuto a esa maniobra parlamentaria condenada al fracaso”, sostiene Pablo Casado. Y si eso no es el anticipo de una posición abstencionista, incluida la ausencia del hemiciclo a la hora de votar, que me aspen.
Sobre ese hipotético escenario se ha formado la nube especulativa que proyecta la carga de la prueba sobre el líder del PP. Como si lo más importante de la pandemia política que escandaliza a Europa e irrita a los españoles fuera saber si el PP mañana va a votar sí, no” o abstención a la candidatura de Abascal. Más nos importará saber si saldremos de esta. Y esa incógnita no la va a despejar el candidato, sino el presidente y el vicepresidente del Gobierno (se anuncia la intervención de Iglesias), máximos responsables en la gestión de la batalla contra el coronavirus, la incertidumbre presupuestaria, las llamadas al orden de la UE, los ataques a la monarquía desde el propio Gobierno, la bronca permanente de los partidos políticos, etc.
Al tiempo, importa saber si Casado, como jefe del principal partido de la oposición, aprovecha la oportunidad para convencer a los votantes de que hay otra forma de hacer las cosas distinta a la del tándem Sánchez-Iglesias, que no es la de Santiago Abascal. Por eso el discurso del líder del PP ha de ser inexorablemente una moción de censura paralela contra Sánchez diferenciada de la de Abascal solo en la candidatura de Vox a la Moncloa, por su inoportunidad y por estar condenada al fracaso.
También estaba condenada al fracaso, y fracasó, la moción que en junio de 2017 presentó Podemos contra Rajoy. El partido-escolta de la izquierda soñaba con colonizar el electorado del PSOE, como ahora el partido-escolta de la derecha sueña con colonizar al electorado del PP. No hubo sorpaso entonces por la izquierda. Ni lo habrá ahora por la derecha.
En junio de 2017, el PSOE se abstuvo en la moción de Iglesias contra Rajoy. No se sintió concernido y pensó que estaba condenada al fracaso
Por cierto, ¿saben ustedes cómo votó el PSOE la candidatura de Iglesias Turrión? ¿Votó sí para echar a Rajoy, como le pedía el candidato?, ¿votó no para desmarcarse del populismo-leninismo de Iglesias?
Ni lo uno ni lo otro. Se abstuvo, porque entendió, como entiende ahora Casado respecto a la moción de censura de Vox, que no era su guerra. En nombre del PSOE, el ahora ministro Ábalos dijo entonces que ni Iglesias era su candidato ni en todo caso podía reunir los votos suficientes para tener la confianza de la Cámara.
La historia se parece bastante a lo de hoy y mañana.