DIARIO VASCO, 13/11/11
El PNV, presionado por las encuestas, espera que el electorado nacionalista se reajuste y recuperar así parte del voto fugado en mayo a Bildu
En las autonómicas de 2001, cuando parecía que Jaime Mayor (PP) podía acabar con la hegemonía del PNV en el Gobierno Vasco y desbancar al entonces lehendakari Ibarretxe, se produjo una anécdota que recuerda ahora un importante dirigente abertzale. El líder de Batasuna, Arnaldo Otegi, entonces cabeza de lista por Euskal Herritarrok, no daba crédito cuando en la mañana de las elecciones observó a numerosos vecinos de los caseríos de Elgoibar bajar a votar en masa. La sorpresa se incrementó cuando, tras palpar la situación, se dio cuenta de que esas papeletas no eran para él, sino para el PNV. «Ibarretxe va a sacar 33 escaños», auguró Otegi horas antes de que el escrutinio confirmara el histórico resultado que permitió a Ibarretxe mantener la Lehendakaritza y, sobre todo, propinar contra pronóstico una derrota a la entonces fuerte entente PP-PSE.
Es lo que el presidente del PNV de Gipuzkoa, Joseba Egibar, denominó en una reciente entrevista con este periódico como «voto comunitario», que se activa, entre los abertzales principalmente, como reacción ante determinados acontecimientos «épicos». Un voto comunitario que, estiman los peneuvistas, se volvió a agrupar de forma masiva el pasado 22 de mayo en torno a Bildu, al calor de la amenaza de ilegalización que pendió sobre su cabeza hasta el último día.
El principal objetivo de los jeltzales para el 20-N, por tanto, es desactivar ese voto épico y lograr que las aguas del electorado abertzale vuelvan de nuevo a su cauce. Pero para ello no bastará con esperar a que el ‘suflé’ de Bildu baje el próximo domingo, algo que, según el color de quien haga la encuesta, puede ocurrir o no. El PNV necesita movilizar a su gente y para ello está poniendo en esta campaña toda la carne en el asador, incidiendo en el aspecto que, consideran, más le duele a la izquierda abertzale: «recalcar su responsabilidad en los años en los que ETA asesinaba», explican sus estrategas.
En la calle, un termómetro bastante fiel, los jeltzales detectan que muchos de los nacionalistas vascos que en las forales y municipales apostaron por Bildu no repetirán ahora con Amaiur. Consideran que ese nicho de electores ya «cumplió su cuota de solidaridad» con la izquierda abertzale ilegalizada y, al mismo tiempo, no confían en la gestión de las instituciones que gobierna Bildu en Gipuzkoa, analizan desde el PNV.
Ni un voto sobra, porque cada papeleta contará a la hora de repartir los últimos escaños, que en Gipuzkoa y, sobre todo, Álava pueden decantar la balanza hacia el triunfo o el fracaso. Por ello, quieren ampliar su abanico tradicional a sectores como los que votaron a Hamaikabat, la escisión de EA. Tampoco se olvidan de aquellos seguidores de Aralar descontentos con la entrada de este partido en Amaiur, aunque este fenómeno probablemente tenga más fuerza en Navarra que en la Comunidad Autónoma Vasca.
La doble pinza
La tarea no es fácil para el partido de Iñigo Urkullu, sometido a una doble pinza, la que forman el bipartidismo y la de la coalición soberanista. También las encuestas le presionan, vaticinando que tendrá que pelear hasta el último minuto si quiere mantener su grupo propio, para lo que necesitan cinco parlamentarios, uno más, por ejemplo, de los que le otorga la encuesta que publica hoy este periódico, según la cual en Gipuzkoa se quedaría en uno por detrás de Amaiur y el PSE.
El tercer escaño en Bizkaia es la clave sobre la que el PNV puede construir el grupo parlamentario. Con esa base puede permitirse uno de los tropiezos que las encuestas les auguran: lograr en Gipuzkoa solo un escaño o perder el de Álava. El PNV se juega mucho el 20-N, también para afrontar con garantías la renovación interna del partido, de aquí a enero.
Amaiur , a la que el sondeo de DV le garantiza grupo propio, observa el panorama con tranquilidad. El reconocimiento de ETA, en la entrevista del viernes, de que ha cedido definitivamente el mando estratégico a la izquierda abertzale ha dado alas a la coalición, como se comprobó ayer tarde con el lleno en el mitin del velódromo de Anoeta, en una coyuntura social en el que, ni siquiera para la izquierda abertzale, es fácil atraer multitudes a los actos de campaña. Paradójicamente, en la coalición soberanista creen que quien más puede perder en las urnas es el PSE-EE, sobre todo el escaño de Jáuregui en Álava, y no el PNV.
El caso es que la igualdad que auguran las encuestas ha elevado la moral de un PSE-EE que inició la campaña algo alicaído. Los socialistas colocan en cinco el listón de un buen resultado. Ayer animaron su campaña reuniendo a más de mil personas en Bilbao, con el expresidente Felipe González como principal invitado. El lehendakari cogió el liderazgo para, como el PNV, llamar a la movilización porque los socialistas aspiran a ser «la primera fuerza en el País Vasco», objetivo que se cumpliría según el sondeo de este periódico.
Y a tenor de esta encuesta, el PP puede alcanzar los niveles de la primera victoria de Aznar, en 1996, con cinco escaños, aunque lejos de los siete de la mayoría absoluta de 2000. Lograr el segundo en Álava es clave. En línea con el PP vasco, Rajoy, en la entrevista que se publica hoy, se muestra prudente con ETA, sin cerrar puertas. A la tarde en Pamplona mostró su perfil más duro con el nacionalismo al comprometerse a cerrar la puerta legal a una futura incorporación de Navarra a Euskadi.
DIARIO VASCO, 13/11/11