EL GOBIERNO Urkullu en su integridad, tanto en lo que corresponde a su parte noble como a los arrimadizos del PSE, hizo saber que «en absoluto comparte los contenidos y estereotipos que utiliza el programa». Laus Deo. El portavoz ha dicho que era un programa «pretendidamente en clave de humor», pero no suscribe el planteamiento, es decir, no considera que los españoles se dividan en cuatro estereotipos: fachas, paletos, chonis y progres, gente muy leída pero que al final vota a los socialistas. En la web del periódico del partido el programa tiene muchos más simpatizantes que el portavoz Erkoreka. Es un consuelo que Urkullu no piense lo mismo, aunque haya momentos en que el supremo bien de la gobernabilidad no deba ser obstaculizado por cuestiones de importancia secundaria, como la decencia o la tendencia a formar sociedad con compañías honorables.
Hace años, Xabier Arzalluz se refirió a sus socios de Gobierno de entonces, que eran también los socialistas, diciendo: «Hemos tenido que taparnos los ojos, los oídos y hasta la nariz para gobernar con ellos». A Ardanza le bastó un desmarque como el de Urkullu: «Yo no he tenido que taparme nada». Y los socialistas se dieron por desagraviados.
Habría apostado alguna prenda íntima a que la directora general del ente, Maite Iturbe, iba a defenderse con los argumentos que empleó: «Es un espacio de humor sin ánimo de editorializar». El humor es la gran coartada de nuestro tiempo. Era broma, dijo el concejal de Carmena que prescribía cenicero para acomodar a los judíos o describía los restos de las niñas de Alcàsser como tienda de repuestos para Irene Villa. Tuits en clave de humor. El resumen que ha circulado por las redes ha descontextualizado el tema, según la dirección de EiTB: «Su incorrecto subtitulado altera lo que manifiestan sus intervinientes». Un suponer: facha, (fatxa) choni (txoni) y paleto. «Todo lo que se descontextualiza puede adquirir un sesgo que distorsiona el programa». Sesgo, qué gran palabra. Cuando preguntaron a Iturbe por su prohibición de 1980, el documental de Iñaki Arteta sobre el año más mortífero de ETA (98 asesinados), dijo que no la había visto, pero que según le habían informado «era una película muy sesgada». Ya lo dijo Zapatero: «ETA ha sesgado muchas vidas, pero no puede sesgarnos la esperanza». 98 sesgos aquel año. No ha habido una sola película planteada desde el punto de vista de los terroristas que le haya parecido sesgada.
El segundo de Iturbe, Eduardo Barinaga, director de EiTB, tiene un historial. Miembro fundador de Egin, fue detenido en Durango como miembro de un comando de información de ETA. Un txibato de la banda, para entendernos. ¿Durante el franquismo? No, una semana después del referéndum en que los vascos aprobamos el Estatuto de Autonomía.
El programa Euskalduna naiz, eta zu?, como toda la televisión autonómica y autónoma está pagado con dinero público y se dedica con mucho esmero a expeler basura y sectarismo contra el Estado y los adversarios del nacionalismo. Sus portavoces son, en este caso, algunos actores que perciben subvenciones de los paletos españoles. Algunos, como quien suscribe, vamos a mirar con atención la ficha técnica y artística de las películas, para ver si en ellas figura alguno de estos majaderos, Jon Apaolaza o Miren Gaztañaga. He dicho con atención. Miren Gaztañaga, aparte de insuficiente, es sólo una actriz de reparto, poco más que una figurante en El guardián invisible, que se estrenaba este fin de semana en los cines españoles. La protagonista, Marta Etura, es una gran actriz y una mujer con cabeza.