Guillermo Dupuy, LIBERTAD DIGITAL, 21/2/12
Las declaraciones de Fernández Díaz de la semana pasada, según las cuales «ETA hoy en día no es fundamentalmente un problema policial, sino que tiene una dimensión política que no podemos obviar», han provocado tanto alborozo en el entorno proetarra como desazón entre las víctimas del terrorismo. El ministro ha reaccionado ante este hecho asegurando que sus palabras han sido mal interpretadas y que lo que él en realidad quería decir es que no se puede permitir que la derrota policial de la organización terrorista derive en una victoria política por el mero hecho de dejar de matar.
Bueno, tal vez, todo sea debido a un malentendido; pero lo cierto es que si el problema de ETA mantiene una «dimensión política» es por que así se lo ha consentido un politizado Tribunal Constitucional que ha dejado en papel mojado tanto la sentencia de ilegalización del Supremo como la propia Ley de Partidos. Y la verdad es que al gobierno del PP no se le ve muy interesado en cambiar la situación y sofocar esa «dimensión política» que constituye el terrorismo nacionalista vasco.
Si tanto teme el ministro de que la derrota policial de ETA derive en una victoria política «por el mero hecho de dejar de matar», lo primero que el ministro debería afirmar es que el mero hecho de que los terroristas nos anuncien que han dejado de matar no confiere a sus voceros el derecho de beneficiarse de la actividad política. Sin embargo, Fernández Díaz secundó el despreciable buen recibimiento que Rajoy brindó al chantajista comunicado en el que ETA anunció su supuesto «cese definitivo» de la violencia. ¿Cómo vamos a pensar que el Gobierno del PP vaya a instar la ilegalización de los partidos proetarras, si Rajoy ha dejado de considerar una «concesión política» su vuelta a las instituciones? ¿Cómo vamos a esperar que el Estado de Derecho castigue el bochornoso delito de colaboración con banda armada perpetrado en el Bar Faisan si el ministro del Interior del PP ha calificado de «ejemplar» la gestión de su antecesor Rubalcaba? ¿Cómo vamos a confiar que bajo el gobierno del PP se detenga a etarras si sólo se le oye pedir a los terroristas una circense entrega de las armas? ¿Cómo creer en un cumplimiento integro de las penas, si lo que lo que oímos a los ministros de Justicia e Interior es de beneficios penitenciarios que no dejan de serlo por mucho que se concedan a titulo individual?
Mucho se ha destacado la buena acogida que Gara y los batasunos han brindado ahora a las palabras de Fernández Díaz. Pero, ¿nos hemos olvidado de los elogios que la propia ETA brindó a Rajoy en Gara por su «responsabilidad» y por «romper con el discurso negativo, agresivo y sin sentido de hasta ahora». El esperanzado alborozo de ETA, a raíz de la reacción de Rajoy ante su comunicado, estaba aun más justificado que el que ha ocasionado ahora Fernández Díaz. Rajoy ocultó la reivindicación que ETA hizo de su actividad criminal; negó la existencia de concesiones políticas por parte del gobierno socialista, ocultó las exigencias políticas y penitenciarias que los terroristas hacian en ese comunicado, y tildó de «buena noticia» un cese «definitivo» de la actividad criminal de ETA que no tenía más aval que las propias palabras de los terroristas encapuchados.
Claro que, a lo mejor también en eso, malinterpretamos a Rajoy, como ahora supuestamente hemos malinterpretado a su ministro del Interior. De hecho, Fernández Díaz, nos decía hace unos dias que existen «movimientos y actividades» en ETA destinados a «mantener una estructura larvada en la clandestinidad». ¿En qué quedamos? ¿Nos creemos lo del «cese definitivo» como para calificarlo de «buena noticia» o le quitamos credibilidad señalando los intentos de la banda de «mantener una estructura larvada en la clandestinidad»?
A mi personalmente, el gobierno del PP me sacará de dudas el día que saquen a los proetarras de las instituciones. Esa es la mejor forma de evitar que la derrota policial de ETA se torne en victoria política.
Guillermo Dupuy, LIBERTAD DIGITAL, 21/2/12