La condena a Otegui engrandece la separación de poderes

madrid2noticias.com, 22/9/11

El viernes 16 de septiembre la Audiencia Nacional condenaba a 10 años de prisión a Arnaldo Otegui y a Rafael Díez Usabiaga al considerarlos parte integrante de ETA. El disparate mayúsculo hubiera sido la no condena de los mismos como condición al servicio de la desaparición de la banda terrorista. Sin embargo, la sentencia ha sido concluyente: ambos eran “promotores y responsables de la novedosa estructura de ETA”.

Perversión de los conceptos

El hecho más reseñable de esta condena es que la Audiencia Nacional ha actuado como poder independiente, lo que ha provocado que se la haya acusado de “torpedear la paz” o de “poner palos entre las ruedas” a la “paz”, vocablo con el que, paradójicamente, en los últimos tiempos se identifica a Otegui.  En efecto, una de las grandes cantinelas que venimos escuchando es que estamos cerca de la “paz” en el País Vasco. ¿Qué paz? Cuando se emplea tal término se supone que hay una guerra previa. No nos engañemos: en la citada comunidad autónoma lo que realmente existe es un bando que amenaza, avasalla, atemoriza y cuando ha podido, ha asesinado (y lo ha hecho con mucha frecuencia, pues tiene casi mil víctimas mortales en su haber).

Por lo tanto, hablar de “paz” porque simplemente ha dejado de matar, es una tomadura de pelo a la ciudadanía en general, y a las víctimas del terrorismo en particular.  En este sentido, merece la pena resaltar que la característica distintiva del colectivo de víctimas de ETA es su escrupulosa defensa del Estado de Derecho. Nunca han apostado por la Ley del Talión, incluso cuando eran humilladas por determinadas decisiones de instituciones públicas que, precisamente, deberían haber garantizado ese Estado de Derecho y sus libertades, ellas apostaron por la legalidad.

Asimismo, existe otro vocablo muy dado a que se emplee de forma torticera: “normalización”. El hecho de que la marca filoetarra Bildu haya  accedido a las instituciones de gobierno en el País Vasco (y en consecuencia, a los fondos públicos y a la información fiscal) es percibido como un ejemplo de “normalidad”. Sin embargo, lo que realmente ha sucedido es que se ha quitado la foto del Rey de los ayuntamientos y se ha amedrentado a quien no comulga con los postulados del nacionalismo étnico, sin olvidar la astracanada de Alsasua, una burla para todos los demócratas, que ejemplifica bien a las claras qué entienden algunos por “paz”, “normalización” y “tolerancia”.

El victimismo, estrategia de Otegui

Arnaldo Otegui, tras conocer la sentencia, ha respondido con la demagogia pacifista que le viene caracterizando. “No hay que abandonar el camino”, dijo. Un uso interesado de la ambigüedad para que determinados sectores políticos e intelectuales le sigan comprando su mercancía y, en consecuencia,  arremetan contra la Audiencia Nacional por haber cumplido con la Ley. Tanto ETA como el binomio Otegui-Usabiaga se hallan en una situación de debilidad de la cual quieren extraer algún tipo de ventaja.

Dicho con otras palabras: aspiran a que se haga tábula rasa de su historial. Por lo tanto, cualquier lección de democracia que quieran dar es un absurdo que merece despreciarse. De lo que no pueden quejarse ni Otegui ni Usabiaga es del espacio que se concede a sus lamentos, mucho mayor del que han gozado las asaciones de víctimas para poder ilustrar su dolor. Además, en un buen número de ocasiones hemos presenciado siniestros ejemplos de travestización del lenguaje en función de la cual, las víctimas eran equiparadas con sus verdugos.

Lecciones de cara al futuro inmediato

La primera es que el supuesto cambio de actitud de Otegi y Usabiaga está encaminado a evitar la cárcel y a obtener réditos políticos de la derrota de ETA.  En relación con la tesis anterior, no hay que repetir la estrategia seguida entre 2006 y el atentado de T4. Hablar de “negociación” o de “proceso de paz” supone dar alas a la banda terrorista para que siga sin deponer las armas y sin pedir perdón a las víctimas.

Por tanto, y a modo de conclusión, sólo recuperando el Pacto por las Libertades y Contra el Terrorismo, de una forma real y no abstracta, se podrá poner fin a la violencia etarra y en Euskadi, finalmente, el Estado de Derecho será una realidad. La Audiencia Nacional ha marcado el camino. Que cunda el ejemplo.

madrid2noticias.com, 22/9/11