EL MUNDO 16/01/13
La consulta soberanista que promueven Artur Mas y sus socios de ERC ha roto el grupo parlamentario del PSC. El alcalde de Lérida, Àngel Ros, anunció ayer que deja su escaño porque no comparte las tesis de la dirección sobre el llamado derecho a decidir. Otros tres diputados del sector catalanista –Marina Geli, Joan Ignasi Elena y Núria Ventura– tenían previsto romper la disciplina en la votación de hoy, lo cual les deparará con casi toda seguridad la expulsión del grupo parlamentario.
La cúpula del PSC, con Pere Navarro al frente, no ha conseguido imponer su criterio entre los 20 diputados del grupo socialista en el Parlament, aunque finalmente ha minimizado los daños. La enorme presión que ejercen CiU y ERC fuera del área metropolitana de Barcelona en favor de la hoja de ruta de Mas ha acabado inclinando a los diputados del PSC elegidos por Gerona, Lérida y Tarragona hacia posiciones distintas al rechazo puro y duro a cualquier iniciativa soberanista que no esté pactada entre Generalitat y Gobierno que propugna Navarro.
La de ayer fue una jornada aciaga para el socialismo catalán, pero pudo ser peor. Hubo un momento en el que parecía que la mitad del grupo parlamentario se iba a declarar en rebeldía contra la resolución aprobada –por más de un 83% de los votos– en el último Consell Nacional del PSC, que buscaba no seguir haciendo el juego a Mas.
Àngel Ros, carismático alcalde de Lérida, fue el primero en mover ficha anunciando que dejaba su escaño en el Parlament. «No comparto, aunque respeto, la decisión de los órganos de dirección del PSC», se justificó luego.
«Soy socialista y catalanista, y apuesto por el federalismo y la reforma del Estado como la mejor solución. Llevo semanas defendiendo la abstención en la votación de mañana [por hoy], porque creo que los socialistas debemos tener una posición propia y abstenernos en todo lo demás», dijo Ros.
Él piensa que «por coherencia» con el programa del PSC, que propugnaba la «defensa del derecho a decidir», los diputados socialistas no deberían oponerse a solicitar el traspaso a la Generalitat de las competencias para organizar referendos por el artículo 150.2 de la Constitución, que hoy se aprobará con los votos de CiU, ERC e ICV.
Ros, sin embargo, no dejará sus responsabilidades en la ejecutiva del partido ni renunciará a repetir como alcalde de su ciudad en las municipales de 2015, como ayer confirmó. «Mi compromiso con el proyecto colectivo de los socialistas continúa plenamente vigente», dijo.
Le sustituirá en la Cámara Òscar Ordeig, que sí es fiel al aparato del partido. Sin embargo, el recambio de Ros no podrá participar aún en la sesión parlamentaria de hoy porque los trámites administrativos llevarán unos días, por lo que el grupo socialista sólo podrá contar con 19 votos.
La decisión de Ros descolocó al resto de críticos. El alcalde de Lérida ya rompió la disciplina de voto hace un año, cuando se aprobó en la Cámara la declaración de soberanía, y lo hizo junto a Geli, Elena, Ventura y Rocío Martínez-Sampere. Todos ellos compartieron ayer mesa en un conocido restaurante barcelonés, en una comida en la que también estuvo presente el diputado por Tarragona Xavier Sabaté.
Este último confirmó que votará no hoy como pide la dirección, pese a que habría «preferido la abstención». Se justificó en que el texto que CiU, ERC e ICV –la CUP se abstendrá– sacarán adelante es un «brindis al sol», porque esos partidos ya saben que no obtendrán el traspaso de competencias para organizar la consulta soberanista el 9 de noviembre.
Martínez-Sampere también parece inclinarse por un no crítico –sobre todo porque aspira a presentarse a la Alcaldía de Barcelona–, mientras que Geli, Elena y Ventura no quisieron aclarar su postura pero sopesan abstenerse o incluso votar a favor del texto. «El problema lo tendrá la dirección el viernes», decía uno de ellos, dejando claro que su intención no era, a última hora de la tarde, plegarse a las directrices de la cúpula.
Navarro y sus fieles han avisado a quienes pretendan apartarse de la opinión mayoritaria de que les espera la expulsión del grupo parlamentario.
Navarro consagró el giro en la errática política del PSC acerca del derecho a decidir después de firmar junto al PSOE la llamada Declaración de Granada y tras consensuar con Alfredo Pérez Rubalcaba el proyecto de reforma de la Constitución.