- Hay más en el acceso de María Corina Machado a este título de nobleza que no se hereda: dárselo a ella era la única forma de no dárselo a Trump y salvar las apariencias. El presidente sin guerras del primer mandato, el presidente hacedor de paz del segundo mandato
Acaso consciente del descrédito que venía acumulando, el comité noruego al mando ha concedido el Nobel de la Paz a alguien que lo merecía plenamente. Invierten en su imagen después de estropearla durante décadas. No en cada edición, claro, pues entonces el Nobel sería una juerga viciosa, sino por impulsos destructivos repentinos. Hay más en el acceso de María Corina Machado a este título de nobleza que no se hereda: dárselo a ella era la única forma de no dárselo a Trump y salvar las apariencias. El presidente sin guerras del primer mandato, el presidente hacedor de paz del segundo mandato. A ver qué Nobel le van a dar, ¿el de Química? El Nobel de la Paz de Trump llegará porque nadie más puede plantarse con una solución en Oriente Medio y recibir el aplauso entusiasta de todos.
Tiene que doler, lo comprendo, que Europa no haya hecho más que tocar los dídimos en la guerra que Hamás provocó con el pogromo del 7-O. La aportación ha sido, por lo que a los peores gobernantes europeos se refiere, recompensar a los terroristas reconociendo un fantasmal Estado palestino. Las naciones serias no reconocen sombras. Se ajustan a lo que hay: un Gobierno efectivo sobre un territorio y una población definidos. Aquí tenemos dos interlocutores palestinos como mínimo, y ninguno es de fiar, ni tiene el control efectivo de ningún territorio definido. Es tan clara la inexistencia de un Estado palestino que no nos extraña la prisa que se dio Sánchez para ser el primero en reconocerlo. Luego explotó la patraña. Lo aberrante le pierde, le pirra y lo delata.
El comité noruego, entonces, elude un Nobel de la Paz para Trump que, muy a su pesar, tendrán que concederle el año que viene, buscando una alternativa irreprochable. La prueba es que el menguante gorila Maduro la ha llamado «bruja demoníaca» para celebrar el acontecimiento. Tiene que ser una santa solo por eso. Y lo es. Se acabó lo de darle el Nobel de la Paz al primer sacamantecas que se le pasa por la cabeza a un cachondo desinformado de Oslo cuando pilla dormidos a sus colegas de comité:
Billy Brandt, por su espía ruso, supongo. Kissinger, por imponer dictaduras militares en Hispanoamérica, imagino. Amnistía Internacional, por el sesgo o escoramiento ideológico que les llevaría a inventarse un apartheid en Israel, colijo. Pérez Esquivel, por pesado e inoportuno, sin duda. La Fuerza de Paz de la ONU, por su legendaria ineficacia, concluyo. Rigoberta Menchú, por inventarse su biografía, deduzco. Arafat, por robar a manos llenas, secuestrar aviones y no perder ninguna oportunidad de perder una oportunidad, cálculo. Médicos sin Fronteras, por dedicar los donativos y subvenciones al funcionamiento de su organización, constato. La ONU, por volcarse en las tiranías, tener un secretario general nazi y otro que permitió el genocidio de tutsis. Carter, por nada. Al Gore, por estafar y aterrorizar al mundo con sus predicciones siempre incumplidas. Obama, por ser un poco negro. Y así todo.