SANTIAGO GONZÁLEZ 07/02/13
· Una de las cuestiones curiosas de este tiempo es la relación del español con la verdad. ”¿Tu verdad? No, la Verdad, / y ven conmigo a buscarla. / La tuya, guárdatela“, había escrito Antonio Machado. La verdad española es, como la muerte al decir de Pablo Neruda, más ácida y aguda que otras muertes. Cuando yo llegué a la conclusión de que el Gobierno de España y su presidente mentían sobre la negociación con ETA, me llamaba mucho la atención la argumentación de los tertulianos de izquierdas: ¿A quién vas a creer, a una banda terrorista o a un Gobierno democrático? Uno pensaba, y así quedó escrito en este blog más de una vez que por razones epistemológicas era preferible creer a quien dijera la verdad. Vean un ejemplo.
Ahora se plantea un asunto interesante sobre la credibilidad que merece el ex tesorero del PP. Veamos: el mismo periodista que se tomó como un casus belli en El País un borrador de la Udef sobre presuntas cuentas en Suiza de los Pujol y le negó toda credibilidad, resaltando (24 veces) su anonimato, ha considerado palabra de Dios los presuntos apuntes de Luis Bárcenas. Por cierto, si los anónimos redactores del borrador eran lógicamente desconocidos, quizá fuera un exceso por parte del periodista Romero titular la información: “Mandos policiales actúan al margen de la ley contra políticos catalanes”.
Pero héte aquí que los papeles de Bárcenas han sido presentados por el mismo periodista en el mismo medio como si fueran las tablas de la Ley. (© Rorschach y Gistau) Bueno, tanto no, porque Moisés no manejaba fotocopias. ¿A quién creer en este caso? A quien diga la verdad, créanme. La cosa no es tan urgente como parece creer Rubalcaba y el juez Ruz va a hacerle a su compareciente de hoy las preguntas pertinentes y le someterá a las pruebas pertinentes. Sabremos pronto si el desmentido de Bárcenas responde a la verdad o no.
Pero llama la atención esta credibilidad bipolar que merecen los papeles al PSOE. Después de que Bárcenas negara la existencia de los papeles y que aquella fuera su letra, la portavoz Soraya Rodríguez, el dedo índice más acojonador del Congreso de los Diputados, ha declarado: “No creo nada de lo que diga Bárcenas“. Sólo me creo lo que escriba podría haber añadido, sometido a una restricción: “si y solo si sirve para pedir la dimisión de Mariano Rajoy”.
Una de las cosas más sorprendentes de este asunto es que el periódico que hizo públicos los papeles secretos de Bárcenas, el mismo domingo que los publicaba todos matizaba su importancia en un editorial.
Hoy, miércoles, vuelve a relativizar editorialmente algo que sostenía la revelación de los papeles secretos: La cúpula del PP, empezando por Rajoy, recibiría sobresueldos de Bárcenas, -bueno, unos sí, otros lo niegan- pero no es eso lo más importante:
“A despecho de los improvisadores de argumentos, que sueñan con un cerrojazo fulminante del caso, media docena de cargos del PP mencionados en la contabilidad manuscrita han reconocido la certeza de los asientos que les afectan, frente a otros que los niegan.
Pero la polvareda levantada por este asunto no debe ignorar otra cuestión central: la fortuna acumulada por el antiguo gerente y tesorero del PP fuera del alcance del fisco. Tras el descubrimiento de una primera cuenta en Suiza en la que hubo saldos de hasta 22 millones de euros, el juez Pablo Ruz, que lleva la investigación de la trama Gürtel, ha encontrado una segunda cuenta suiza desde la que Bárcenas pagó la regularización de parte del dinero defraudado en España, al amparo de la amnistía fiscal concedida por el Gobierno”.
Los editoriales de El País parecen haber optado por minimizar la credibilidad de lo que diga o escriba Bárcenas, al revés que el secretario general del PSO y la portavoz parlamentaria. Como decíamos ayer: “Por poca que sea su credibilidad, está emplazado a muy corto plazo. Su petición de luz y calígrafos establecerá verdad sobre los hechos”. Quizá hoy mismo.
SANTIAGO GONZÁLEZ 07/02/13