Rogelio Pozo-El Correo
- El clima que experimentaremos nosotros y las futuras generaciones depende de las decisiones que tomemos ahora
La ciencia no tiene todas las respuestas, pero las mejores siempre están en ella. Después de millones de datos recopilados y analizados, la ciencia concluye que los cambios recientes en el clima son generalizados, rápidos y cada vez más intensos, y no tienen precedentes en miles de años. La concentración de CO2 en la atmósfera es la más alta en al menos dos millones de años, el nivel del mar sube a un ritmo sin precedentes en 3.000 años, el área de hielo marino en el Ártico es la más baja en mil años y el retroceso de los glaciares es inédito en 2.000 años. El planeta se calienta rápidamente en todas partes y no hay duda de que la acción humana está causando el cambio climático.
La primera medición de dióxido de carbono (CO2) atmosférico realizada en 1958 fue de aproximadamente 315 partes por millón (ppm). Desde entonces, los niveles de CO2 han aumentado de manera constante, superando los 427 ppm en la actualidad. Hace aproximadamente dos millones de años, los índices de CO2 en la atmósfera, medidos a partir de núcleos de hielo antártico, se estiman en alrededor de 250 partes por millón (ppm). Estos niveles eran considerablemente más bajos que los actuales.
En 1962, la población mundial era de aproximadamente 3.123 millones de personas. Hoy llega a los 8.177 millones de habitantes. Teniendo en cuenta los índices de natalidad se estima que el máximo, cerca de los 10.000 millones, se alcanzará en 2064. Además, la población rural disminuirá, mientras que la urbanización y la litoralización alcanzarán el 70%.
Hace 60 años, la huella de carbono promedio de una persona era aproximadamente la mitad que la actual, debido a un menor consumo de energía, menos dependencia de los combustibles fósiles, menos industrialización y transporte globalizado. En países desarrollados, el ciudadano promedio emite alrededor de 15-20 toneladas de CO2 por año. Con una esperanza de vida de 80 años, esto da un rango de entre 1.200 y 1.600 toneladas de CO2 durante su vida. En países en desarrollo, la huella de carbono promedio puede ser significativamente más baja, entre una y cinco toneladas de CO2 por persona y año.
La renta per cápita mundial, según datos del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, se sitúa alrededor de 12.000 dólares (11.096 euros) en términos nominales y se estima que podría duplicarse para 2050. El incremento de la renta per cápita generalmente tiene un impacto significativo en la huella ecológica, y particularmente en las emisiones de gases de efecto invernadero por un mayor consumo de energía, patrones de consumo más intensivos, aumento de la movilidad, transporte privado y consumo de dietas más ricas en productos de animales (carne y lácteos).
Si no cambiamos los sistemas actuales, las proyecciones muestran un incremento de 41 Gt/año a más de 60 Gt/año de gases de efecto invernadero, lo que equivaldrá en 2050 a una concentración de 550 a 600 ppm de CO2 en la atmósfera. El calentamiento global se acelerará y nos encaminamos a un aumento de 5ºC de la temperatura global a finales del siglo XXI. La ciencia advierte de que calentamientos de +1,5º provocaran puntos de no retorno y retroalimentación del proceso de cambio, acelerando aún más el calentamiento y causando el colapso de las plataformas de hielo, desaparición de los glaciares alpinos, subida del nivel del mar, inundaciones por rebosamiento, muerte de bosques tropicales y boreales, pérdida generalizada de biodiversidad, alteraciones en los ecosistemas, nuevos patrones migratorios, cambios en la producción primaria y nuevas plagas.
Los procesos productivos, los modelos de consumo y estilos de vida deben reinventarse. Todas las personas estamos implicadas y somos responsables de esta transformación necesaria para dejar un planeta y ecosistemas sostenibles para las futuras generaciones. Cada tonelada de emisiones de CO2 suma al calentamiento global.
Es necesario y urgente transformar las cadenas de valor exclusivamente económicas a cadenas de valores integradas, donde los consumidores somos la palanca para la transformación empresarial y política con nuestras acciones de compra, priorizando otros modelos de consumo, las marcas responsables e integradas con sistemas de producción que sean sostenibles, éticas, respeten el medio ambiente y protejan los derechos humanos de los trabajadores.
El clima que experimentemos nosotros y las futuras generaciones depende de las decisiones que se tomen ahora, las que tomemos cada uno de nosotros. La verdad de los datos, por cruda que sea, te hará libre para decidir cómo actuar en tu modo de consumo y estilo de vida.