EA está a la escucha de los cantos de sirena de la izquierda abertzale que quiere sumarla a ese proyecto de polo soberanista no tanto por los votos que pueda aportar, sino por su blasón democrático, que no tiene el entorno político de ETA. La disposición de EA a buscar puntos de encuentro con el «polo soberanista» contrasta con las distancias que ha marcado Aralar.
En Eusko Alkartasuna terminó de andar el reloj que marcaba la cuenta atrás para la ruptura entre los dos sectores que han convivido en su seno desde hace años. Las diferencias que mantenían el sector oficial y el guipuzcoano se habían agudizado a raíz de la decisión de concurrir en solitario a las últimas elecciones autonómicas y los malos resultados obtenidos. La propuesta de trabajar para la creación de un polo soberanista con la izquierda abertzale ha sido la gota que colmó el vaso.
La primera vez que Eusko Alkartasuna concurrió a unas elecciones -autonómicas de 1986- por cada voto obtenido por este partido, el PNV logró 1,4 sufragios. El pasado 1 de marzo, el PNV logró 10,4 votos por cada sufragio recibido por EA, que desde hace once años no supera los cien mil votos.
La decisión de presentarse a las pasadas autonómicas en solitario y no en coalición con el PNV ha resultado un error de gran calado a la vista de los resultados. Tras el discurso radical de la campaña que no le permitió a este partido recuperar votos, sino lo contrario, la ponencia oficial anunciada para el congreso va en la misma línea.
El partido que fundara Carlos Garaikoetxea está a la escucha de los cantos de sirena de la izquierda abertzale que quiere sumarla a ese proyecto de polo soberanista no tanto por los votos que pueda aportar, sino por el blasón democrático que tiene EA y que no tiene el entorno político de ETA. La izquierda abertzale los necesita para «blanquear» su proyecto, pero al mismo tiempo zahiere a EA y les exige demostrar su abertzalismo como se hace en la última declaración de ETA en la que se les acusa de no haber demostrado «determinación o valentía alguna». Valentía patriótica, se entiende.
Contrasta la disposición de EA a buscar puntos de encuentro con la izquierda abertzale en torno al «polo soberanista» con las distancias que ha marcado el líder de Aralar, Patxi Zabaleta, que considera que ese polo «nunca ha sido posible, como idea política estable y estructurada, ni lo es ahora ni lo será nunca». Eusko Alkartasuna fue, posiblemente, el partido que más arropó a Batasuna cuando se produjo su ilegalización implicándose a fondo en el funcionamiento del Foro de Debate Nacional promovido por la izquierda abertzale para no quedar aislada. Aquel esfuerzo fue pagado con la ingratitud por ETA y Batasuna y cuando pusieron en marcha el proceso de conversaciones con el Gobierno, se olvidaron del Foro y de quienes como EA les habían ayudado en los momentos más difíciles. Por eso resulta difícil de entender ese afán de EA por acercarse a aquellos que les tratan con tan poco respeto.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 2/6/2009