Miquel Giménez-Vozpópuli

  • Cuando un gobierno recurre a métodos más propios de gánsteres que de políticos democráticos para acabar con sus adversarios ya no son gobierno, son mafia

La presidenta Ayuso ha dicho “La mafia va a cambiar España si todos los españoles no dan su mejor versión en estos momentos”. Tiene razón. Cuando un gobierno recurre a métodos más propios de gánsteres que de políticos democráticos para acabar con sus adversarios ya no son gobierno, son mafia. Estos días estamos asistiendo al inicio de la caída del Número Uno de esta organización que ha impuesto sus reglas e intereses por encima de la Constitución y de España.

Audios de una fontanera sobornando a empresarios para que le faciliten material con el que incriminar a la UCO, wasaps de Sánchez y Ábalos que son un ligerísimo aperitivo de lo que está por llegar, escapismo bochornoso del dirigente que autorizó la canonjía del hermanísimo corriendo para aforarse, datos que indican que el apagón fue responsabilidad del gobierno por jugar al aprendiz de brujo con la red eléctrica, dirigentes históricos del PSOE que empiezan a enseñar la patita como Tomás Gómez, fracaso de Sánchez en Europa con el encarguito del catalán que le hizo Puigdemont…

Todo eso sin presupuestos, con Sánchez aislado en todo el mundo occidental, recibiendo críticas de la UE y de la OTAN, plegado a los intereses de Hamas y de Marruecos, lamiendo la bota china y venezolana, con una Begoña que aparece tras mucho tiempo con muletas ¡y cuñas!, el escandalazo de Eurovisión y el bofetón del voto popular español que fue directamente a Israel, este mismo Israel que dice suavemente que todavía no ha hecho público el contenido que tiene de Sánchez gracias a Pegasus y, como remate de penas, la UCO ya ha desencriptado los móviles que tenía gracias al programa Cellebritie – ¡Tuda, Israel! – y se prevé que en los próximos días van a estallar numerosas bombas informativas.

Frente a los mantenidos del sanchismo se levanta un tsunami de ciudadanos hartos de tanta inmundicia, de tanta mentira, de tanto mangoneo, de tanta corrupción, de tanta estupidez y de tanta dictadura woke

Todo esto con una serie de jueces y fiscales que se han plantado ante Sánchez, una calle que el Autócrata no puede pisar, unos socios de gobierno a cual más felón y exigente, un partido que se está cuarteando y un entorno personal, en el que no voy a entrar, pero que como poco es complicado. Estamos asistiendo al principio del fin. No lo duden. Y no llegará por mérito de este o del otro. Llegará porque quienes están en disposición de defender el estado de derecho lo hacen a riesgo de sus propios puestos de trabajo.

Y también porque en la calle el malestar es indisimulable. Frente a los mantenidos del sanchismo se levanta un tsunami de ciudadanos hartos de tanta inmundicia, de tanta mentira, de tanto mangoneo, de tanta corrupción, de tanta estupidez y de tanta dictadura woke. La masa está a nada de ser crítica y eso lo sabe Sánchez y lo saben quiénes han estado colaborando con él, como el número de dos de Marlaska que, sorpresivamente, ha presentado su dimisión. ¿Ahora? Sí, ahora. Lo saben tan bien que los próximos días serán de vértigo porque a cada nuevo escándalo intentarán lanzar cortinas de humo para ocultarlo.

Van a la desesperada y como tienen muy mal perder no descarten ustedes que asistamos a sucesos graves. Ojalá Dios no lo quiera, pero tenemos suficientes datos históricos de lo que son esta gente como para, como mínimo, formular esta hipótesis. Me jugué una paella en “Horizonte” a que tendríamos elecciones generales antes el verano. Quizá pierda la apuesta, pero será por un asunto de calendario. Porque cada día que pasa es un día menos que le queda a Sánchez y a su gobierno. Y eso será más pronto que tarde. Si paran atención, a lo lejos se escucha un tintineo de esposas…