- España es una de esas sociedades modernas, que cuenta con unas Fuerzas Armadas integradas en su sociedad y compuestas por militares que rinden culto a unos valores necesarios para el adecuado desempeño de los cometidos que la sociedad les asigna
Resulta ya una afirmación axiomática la manifestación de que en nuestra sociedad existe un déficit de cultura de defensa. No hablo sólo de la sociedad española, aunque a veces nos gusta flagelarnos con la sensación de que, en este ámbito, somos los peores de la clase, sino del conjunto de las sociedades que forman parte de lo que denominamos la civilización occidental.
Existen varias acepciones de lo que denominamos cultura de defensa. En algunas ocasiones nos referimos a ella como al conocimiento de los hechos militares de nuestra historia. En otras ocasiones nos referimos al déficit de cultura de defensa como la falta de consciencia sobre la necesidad de preocuparnos por los asuntos relacionados con nuestra seguridad, dando por sentado que esa seguridad existe como una circunstancia natural, no siendo conscientes de la multiplicidad de factores, más o menos evidentes a nuestra visión, que la hacen posible. Matizamos en este último caso el término que empleamos para referirnos a esa realidad y utilizamos, con más frecuencia, en los últimos tiempos, el término de «conciencia de defensa».
Me quiero referir en esta ocasión, no obstante, a la cultura de lo militar, aspecto más concreto, aunque ciertamente inseparable de lo que entendemos por Defensa.
Existe un viejo debate filosófico entre lo que entendemos por Defensa y lo que llamamos Seguridad. Hay quien dice que aquélla habla de seguridad exterior mientras que ésta lo hace de seguridad interior. Es decir que la primera se refiere a los retos y amenazas que pueden proceder de fuera de nuestras fronteras mientras que la segunda se refiere a lo que podemos identificar como retos y amenazas a nuestra seguridad procedentes del interior de nuestras fronteras. Es por ello que, habitualmente, atribuimos a las Fuerzas Armadas una relación con nuestra Política Exterior, estableciendo, consecuentemente, una relación funcional, en este campo, entre el Ministerio de Defensa y el de Asuntos Exteriores, mientras que denominamos al Ministerio responsable de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (Cuerpo Nacional de Policía, Guardia Civil y Policías Autonómicas, con todos los matices competenciales que se consideren) como Ministerio del Interior.
En términos coloquiales podemos considerar a la seguridad como una percepción (nos sentimos o no nos sentimos seguros), mientras que podemos atribuir a la defensa la característica de una actuación intencionada más que de una percepción. Para sentirnos seguros, en el sentido coloquial del término, podemos adoptar diferentes actitudes. Podemos escondernos, podemos negociar, podemos sacrificar nuestra soberanía y entregarla a quien percibamos como más fuerte que nosotros, podemos contratar a alguien para que nos proteja o podemos defendernos. Es decir, adoptar medidas que nos permitan sentirnos seguros.
Desde esta perspectiva, podemos afirmar que la seguridad comprende un ámbito de aplicación más extenso que el de la propia defensa. La percepción de mayor o menor seguridad afecta a muchos ámbitos de nuestra vida (física, sanitaria, económica, jurídica, social, comercial o personal, sin que ello agote el espectro de áreas en las que podemos experimentar la presencia o la carencia de la seguridad), mientras que la defensa se circunscribe, prácticamente con exclusividad, al componente físico de esta percepción. Que nadie potencialmente más fuerte que nosotros pueda imponernos su voluntad.
De hecho, los aspectos fundamentales de ambas áreas, en el terreno político, se fundamentan en dos normas diferentes.
Por una parte, la Seguridad Nacional, tal y como se contempla en la Ley 36/2015, 28 de septiembre, de Seguridad Nacional, «se entiende como la acción del Estado dirigida a proteger la libertad y el bienestar de sus ciudadanos, a garantizar la defensa de España y sus principios y valores constitucionales, así como a contribuir junto a nuestros socios y aliados a la seguridad internacional en cumplimiento de los compromisos asumidos».
Por otra parte, la Ley Orgánica 5/2005, de 17 de noviembre, de la Defensa Nacional, estipula que «la política de defensa tiene por finalidad la protección del conjunto de la sociedad española, de su Constitución, de los valores superiores, principios e instituciones que en ésta se consagran, del Estado social y democrático de derecho, del pleno ejercicio de los derechos y libertades, y de la garantía, independencia e integridad territorial de España. Asimismo, tiene por objetivo contribuir a la preservación de la paz y seguridad internacionales, en el marco de los compromisos contraídos por el Reino de España».
Es en la segunda norma en la que se establecen las funciones y misiones de nuestras Fuerzas Armadas y en la que se determina el marco de actuación de nuestros militares en caso de conflicto bélico o en las diferentes modalidades de intervención de éstos en caso de crisis, calamidad, catástrofe o aportación de los medios de la nación española para contribuir a la preservación de la paz y seguridad internacionales.
En ocasiones se oye vincular, en el debate político, la existencia de Fuerzas Armadas a la existencia de conflictos, tratando de identificar la actitud pacifista y antibelicista, de la que todos deberíamos sentirnos partícipes (nadie debería desear, a priori, renunciar a la paz o promover conflictos bélicos como el único camino para solucionar los problemas), con una actitud antimilitarista, vinculando, como decía, la existencia de militares a la existencia de conflictos.
Tras siglos de desencuentros que derivaron en conflictos bélicos, provocando, repentinamente, la activación de toda la sociedad para defender con las armas sus intereses o su propia supervivencia, las sociedades modernas decidieron dotarse de recursos militares permanentes que, mediante la disuasión, fueran capaces de prevenir el desencadenamiento de sangrientos conflictos de carácter general.
España es una de esas sociedades modernas, que cuenta con unas Fuerzas Armadas integradas en su sociedad y compuestas por militares que rinden culto a unos valores necesarios para el adecuado desempeño de los cometidos que la sociedad les asigna y cuyo conocimiento por parte de los ciudadanos resulta esencial para garantizar el apoyo que de la sociedad a la que sirven los militares deberían recibir, promoviendo en ésta un mayor conocimiento de lo que podemos, desde esta perspectiva, considerar como «la cultura de lo militar».
- Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu es senador por Melilla y Vicepresidente de la Asamblea Parlamentaria de la OTAN