Cristina Losada, LIBERTAD DIGITAL, 1/7/11
Siempre la perversión del lenguaje ha sido consustancial a los intentos de justificar y blanquear la historia criminal de ETA. Y ahí está de nuevo el bicho en las explicaciones que acompañan la declaración de San Sebastián como capital cultural europea. Nos imparten los que inclinaron la balanza, el jurado y la ministra de Cultura, que así se recompensa el compromiso de la ciudad en «la lucha contra la violencia». Les faltó agregar el clásico «venga de donde venga», para mejor enfatizar que huyen del término que corresponde: terrorismo. La ciudad, stricto sensu, no ha podido comprometerse en nada. Pero, ya puestos, las grandes aportaciones que allí se vieron a la lucha contra el terror fueron las marchas de la plataforma Basta Ya. Dado el sesgo que está tomando la memoria, habrá que recordar cómo el principal evento cultural de la urbe, el Festival de Cine, se distinguió por dar la espalda a los crímenes y olvidar a sus víctimas. Lo contrario hubiera metido a sus organizadores en todo un compromiso y eso, jamás.
Tomar partido contra el terror ha tenido y tiene un coste conocido. En cambio, propugnar «la paz» carece de efectos secundarios y aúna voluntades de todo tipo, incluidas las de los nuevos caudillos de la ciudad. Qué revelador. El proyecto preparado por el socialista Odón Elorza pueden asumirlo, apenas con pequeñas correcciones, los agentes comerciales de la banda terrorista. No en vano sus conceptos clave son «paz», «reconciliación», «conflicto vasco»: las estaciones de un relato que permite cobijar a asesinos y compañeros de viaje, y equiparar, por la vía del sufrimiento compartido, a víctimas y a verdugos. Lo había pergeñado Elorza a fin de rubricar su larga trayectoria comprensiva hacia esas ovejas descarriadas, pero resulta, oh, sorpresa, que los lobos con piel de cordero le quitan la alcaldía y heredan, contentos, su plan. También es el suyo, claro. Y ahora, como advierte Belloch, será propaganda en sus manos. Su Olimpiada de Berlín, en tres palabras.
De Basta Ya hemos llegado al ya basta de combatir a los terroristas. Y es curioso. A la última de aquellas marchas que tuvieron lugar en la capital donostiarra, la de diciembre de 2003, acudió Zapatero y no asistió Elorza. Pero el tiempo socialista terminó por dar la razón al ex alcalde. Tanto o más que él, es el Gobierno el responsable de que «cultura» y «Europa», qué ironía, vayan a estar vinculados a la última mutación de ETA.
Cristina Losada, LIBERTAD DIGITAL, 1/7/11