La protesta de Arran contó con la presencia y apoyo de Anna Gabriel, una de las más combativas diputadas de la CUP en el Parlament, y de David Fernàndez, el anterior jefe de filas de la formación anticapitalista en la Cámara Catalana.
Los jóvenes abandonaron el escrache convencidos por una pareja de los Mossos d’Esquadra desplazada hacia el lugar, pero antes de hacerlo pintaron una estelada, pegaron múltiples adhesivos con lemas secesionistas y colocaron varias urnas de cartón en el acceso de la sede popular para reivindicar la celebración de un referéndum unilateral.
«La autodeterminación no se negocia. Referéndum sí o sí», proclamaba la pancarta que portaban los jóvenes radicales. Su portavoz, Mar Ampurdanès, acusó al PP de ser un partido «de herencia franquista y el representante más rancio de los Països Catalans» para, a continuación, exigir a Junts pel Sí –la coalición parlamentaria del PDeCAT y ERC que gobierna Cataluña– que «abandone la vía del pacto, porque el pueblo no admite traiciones».
«Estamos dispuestos a defender por todos los medios la autodeterminación», dijo Ampurdanès antes de llamar a todos los independentistas a seguir esta arenga y «defender el referéndum que pertenece al pueblo».
En el momento del ataque la sede albergaba un cónclave con los principales representantes del PP catalán, que el pasado fin de semana celebró su congreso para formalizar la elección de Xavier García-Albiol como su nuevo presidente.
Fue el propio Albiol el encargado de rebatir con contundencia la protesta de los manifestantes de la CUP. El líder del PP en Cataluña tildó de «fascistas que representan lo peor y más despreciable de la sociedad catalana» a la CUP y, en particular, a su diputada Anna Gabriel, contra la que los populares presentarán una denuncia que harán extensiva a Fernàndez y «toda la tribu» de la CUP que participó en el ataque.
«Ya pueden amenazarnos las veces que quieran. Seguiremos dando voz a todos los catalanes que también nos sentimos españoles y que apostamos por la democracia y la libertad», prosiguió Albiol, para concluir diagnosticando que «el acto violento» que ayer tuvo lugar en su sede «representa la impotancia política» del soberanismo, justo cuando se cumple el plazo de 18 meses que CiU, ERC y la CUP se dieron para proclamar la secesión. «Necesitan tapar su incompetencia con actos violentos», concluyó Albiol.
Fueron muchas las voces del PP que se apresuraron a respaldar a su jefe de filas en Cataluña. Entre ellas, la del líder popular en el Ayuntamiento de Barcelona, Alberto Fernández, quien condenó «el asalto totalitario de la CUP a la sede del PP catalán» y se preguntó si «el fascismo de la CUP acabará entrando también en las casas de los catalanes».
Las muestras de apoyo también llegaron desde Madrid. El coordinador general del PP, Fernando Martínez-Maillo, tildó de «auténtica salvajada» el «asalto a una sede del PP» por parte de la CUP y confió en que esta «barbaridad» reciba «una respuesta política contundente por parte de todos» y también una respuesta judicial.
Más dura fue Esperanza Aguirre, quien consideró que «las imágenes del asalto nos llevan a la Alemania de 1933». Es la prueba de que todos los totalitarismos acaban siendo idénticos», escribió en las redes sociales la portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid. Mientras, la presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes, prefirió trasladar su «apoyo» y «afecto» a sus compañeros en Cataluña.
La solidaridad y la condena llegó también por parte de los rivales políticos del PP catalán.
La CUP ni siquiera encontró comprensión entre sus aliados independentistas. El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, subrayó que «cualquier acción encaminada a intentar limitar la libertad de actuación de cualquier grupo político es absolutamente condenable» y llamó a «los que tienen estima por el proceso político que vive Cataluña, a respetar la voluntad de la mayoría de la gente de Cataluña, que es la de hacer las cosas bien, dialogadas, con convivencia y en positivo, respetando absolutamente todas las opiniones».
También el PDeCAT, como partido, condenó «de forma muy clara todo lo que haga referencia a violencia o falta de respeto».
«Para nosotros, ésta no es la forma de conseguir la victoria. Las victorias de este país no las conseguiremos con ocupaciones», sumó el portavoz de ERC, Sergi Sabrià, antes de condenar el ataque de la CUP.
También las fuerzas constitucionalistas catalanas se aliaron con el PP.
La líder de Ciudadanos en el Parlament, Inés Arrimadas, condenó de forma «absoluta» las acciones destinadas a «intimidar» a cualquier partido, mientras que el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, apuntó que «la democracia exige respeto a todas las opiniones y es incompatible con cualquier acción que interfiera en el funcionamiento de un partido».