«Lo volveremos a hacer, no tenemos miedo. Los catalanes no tenemos Rey y la izquierda independentista ya conoce el recorrido hacia la Audiencia Nacional». Así de explícitamente resumió las intenciones de su partido la portavoz de la CUP en el Ayuntamiento de Barcelona, Maria Rovira, una de las voces más beligerantes de la formación antisistema. Rovira reaccionó de este modo tras conocer que la Fiscalía ha decidido abrir diligencias para investigar a los autores de la quema de la fotografía del Monarca por un delito de injurias a la Corona.
La airada reacción de la CUP se explica porque el Ministerio Público investigará, también, el tuit de la formación antisistema en el que celebraba el ataque a la imagen del Rey recogiendo el cántico que dice: «Si el Rey quiere corona, corona le daremos; que venga a Barcelona y el cuello le cortaremos».
La edil definió como un «acto de libertad» la protesta en la que, además, ardieron banderas españolas, francesas y de la Unión Europea, así como páginas de la Constitución; y consideró la respuesta de la Fiscalía una muestra del carácter «antidemocrático» del Estado, un motivo más «para marcharse».
Los planes de la CUP pasan por tensar la cuerda tanto como sea posible. Ayer mismo, los antisistema reincidían y volvían a utilizar la red social Twitter para atacar al Rey, primero con un mensaje en el que aparecía una fotografía de Felipe VI cabeza abajo y, posteriormente, con un vídeo de su concejal en el Ayuntamiento de Barcelona, Josep Garganté, entonando el «himno» que llama a «cortar el cuello» al jefe del Estado si aparece por Barcelona.
Esta escalada violenta de la CUP entronca con el mensaje lanzado el pasado sábado por el nuevo líder de la formación antisistema, Quim Arrufat, quien defendió la necesidad de celebrar un referéndum de autodeterminación radical desobedeciendo al Gobierno para intentar que el Estado responda con «la fuerza bruta».
De nuevo, la CUP encontró cierta comprensión en el Govern. La vicepresidenta del Ejecutivo catalán, Neus Munté, marcó distancias con los antisistema al asegurar que no le gustó la quema de símbolos nacionales y al mostrar su respeto a la actuación de la Justicia. Pero, inmediatamente después, lanzó un guiño a la formación que sostiene al Govern, al añadir: «También es cierto que, en muchos otros Estados, en democracias muy consolidadas, la quema de banderas no es constitutiva de delito».
Pese a su medida tibieza, el Govern de la Generalitat intentó ayer minimizar el impacto de los actos vandálicos auspiciados por la CUP. Así, hizo hincapié en que en las manifestaciones mayoritarias de la Diada –en las que participaron tanto el presidente de la Generalitat como el grueso de los consellers– estuvieron «llenas de civismo».
«Preferimos 1.000 veces mirar hacia la manifestación cívica. En absoluto nos gusta contemplar la quema de banderas y retratos, y preferimos manifestaciones donde no se producen», insistió Munté.