EL MUNDO – 01/05/16
· Los antisistema impiden que la Generalitat y el Ayuntamiento aprueben sus presupuestos.
· Cataluña y Barcelona esperan paralizadas a que la CUP decida su destino. Los anticapitalistas están condicionando la gobernabilidad del Parlament y el Ayuntamiento de la capital catalana al bloquear la aprobación de sus respectivos presupuestos.
· La obsesión de Carles Puigdemont y Ada Colau por mantener a un partido antisistema como socio prioritario ha abocado a las dos principales administraciones catalanas a funcionar con unas cuentas prorrogadas e insuficientes para afrontar la crisis social y económica que todavía castiga a sus conciudadanos.
El pasado lunes, la alcaldesa de Barcelona tuvo que suspender in extremis el pleno que debía servir para enmendar los presupuestos de su antecesor, Xavier Trias, y derramar 275 millones de inversión sobre la ciudad. Colau necesitaba el respaldo de uno de los tres concejales que la CUP tiene en el Consistorio para sacar adelante unas cuentas previamente consensuadas con el PSC y ERC, pero los anticapitalistas se rebelaron y truncaron los planes del Gobierno municipal contra todo pronóstico y para indignación de Barcelona en Comú (BComú).
Para cambiar de opinión, la formación independentista radical exige a Colau la aplicación inmediata de medidas como la eliminación de la unidad antidisturbios de la Policía Local, la creación de un DNI para identificar a los inmigrantes irregulares afincados en Barcelona y la implementación de una renta mínima garantizada para mujeres con recursos limitados. Varias de estas medidas están contempladas en el programa del partido que gobierna Barcelona, pero el Ejecutivo local pretendía postergar su aplicación a sabiendas de que no resulta precisamente sencilla. Ahora se verá obligada a tragar con la urgencia de la CUP si quiere sacar adelante su ansiado presupuesto. Colau mantiene a los anticapitalistas como aliados preferentes y continúa intentando convencerlos, pese a que otras fuerzas como C’s e incluso Convergència se han abierto a negociar algunas de las partidas incluidas en las cuentas.
La mano derecha de la alcaldesa, Gerardo Pisarello, llegó a reunirse con la formación presidida por Albert Rivera un día antes de tener que suspender el pleno de presupuestos. Ciudadanos le ofreció salvar las cuentas, pero a cambio exigía enmendar decisiones que están afectando a la economía de la ciudad, como la prohibición de abrir nuevos alojamientos turísticos incluso en los barrios menos masificados.
La proximidad ideológica pesaba más que el pragmatismo para Colau, y eso ha llevado a su Gobierno a quedar en manos de la fuerza menos votada: la CUP logró tres de los 41 ediles del Ayuntamiento.
Una consecuencia derivada es que BComú se verá obligada a continuar gobernando en minoría, porque el PSC no está dispuesto a entrar en el Ejecutivo municipal hasta que los presupuestos estén aprobados. El pacto con los socialistas era tan inminente que iba a ser anunciado el pasado jueves, pero la intromisión de la CUP obligó a postergar la alianza.
Una situación de bloqueo similar tiene lugar en el Parlament. La formación anticapitalista cuenta allí con 10 diputados. Pero tampoco eso impide a Junts pel Sí (JxSí) priorizar a la CUP como socio presupuestario, lo que está conduciendo al bloqueo.
En febrero, los anticapitalistas prestaron cinco votos a Puigdemont para prorrogar los presupuestos de 2015, pero sus diferencias con CDC y ERC para aprobar unas nuevas cuentas son públicas. La CUP se siente liberada, pues defiende que su pacto con JxSí para investir a Puigdemont e impulsar la hoja de ruta independentista no implica que tenga que respaldar los presupuestos.
Para hacerlo, los anticapitalistas exigen que la Generalitat solicite una quita de parte de su deuda, la reducción de cargos de confianza, la limitación del salario de los altos cargos del Govern, la disminución de las subvenciones a medios de comunicación o la reforma del impuesto de sucesiones para aumentar la recaudación. Ninguna de esas pretensiones es compartida por la coalición que gobierna Cataluña, pero, al contrario de la CUP, JxSí entiende que el pacto de gobernabilidad debe prevalecer y extenderse a la aprobación del presupuesto.
El Govern trabaja con la idea de ver las cuentas de 2016 aprobadas en el mes de julio y amenaza a los anticapitalistas con no poder revertir los recortes sanitarios o educativos sin un presupuesto renovado. Pero la CUP no se siente interpelada, acaba de probar que tres concejales le bastan para dominar el Ayuntamiento de Barcelona y piensa hacer lo propio con la Generalitat.
EL MUNDO – 01/05/16