EL MUNDO – 04/06/16
· El fiasco de las elecciones puede romper el Govern y provocar elecciones.
Artur Mas dijo en una entrevista en TV3, poco después de que la CUP lo desalojara de la Presidencia de la Generalitat, que llevaba siempre en el bolsillo interior de su americana el pacto de estabilidad que Junts pel Sí había suscrito con los antisistema. Cuando alguien dudaba de que la CUP fuera a mantenerse fiel, el ex president sacaba el papelito y le leía los cinco puntos.
Mas ha dicho que ya no lleva el acuerdo en la chaqueta. Desde que dejó de protagonizar portadas, se le ha visto a menudo con cara de no entender nada. Casi ningún independentista parece echarle demasiado de menos, aunque el procés avanza a trompicones, como se ha podido ver esta semana. Estos días, que preludian un fiasco con los presupuestos que podría acabar con el Govern y provocar que Cataluña vote de nuevo en otoño, ha quedado claro que la renuncia al papelito no es una metáfora: ni el ex president ni Convergència llevan ya a la CUP en el bolsillo, si es que alguna vez estuvo allí.
La CUP ratificó el divorcio con Junts pel Sí en la reunión de hace unos días de su consejo político, el mismo órgano que dio en enero el no definitivo a la investidura de Mas y propició su recambio por Carles Puigdemont. De entre los participantes, 29 votaron a favor de presentar una enmienda a la totalidad de los presupuestos y 11 lo hicieron en contra. La asamblea nacional del partido también aprobó en otra reunión «librarse» del acuerdo de estabilidad.
Es lo que están haciendo estos días. Tanto desde Convergència como desde Esquerra ya han avisado a la CUP de que consideran casus belli la enmienda a la totalidad de los presupuestos. La portavoz del Govern, Neus Munté, dijo que «el procés quedaría tocado» si no se aprueban las cuentas. Pero los antisistema consideran que el proyecto de Oriol Junqueras (el líder de ERC es ahora también vicepresidente de la Generalitat y conseller de Economía) no trasciende el «marco autonómico». La CUP propone que lo retire y que todas las fuerzas independentistas elaboren juntas uno nuevo.
La cuestión de fondo es cuándo debe empezar la desobediencia a las instituciones españolas, que ven inevitable todos los que quieren de verdad la secesión. La CUP cree que ahora es el momento; en Junts pel Sí ya han dicho que con menos de un 48% de los votos en las últimas elecciones, los independentistas no pueden dar pasos unilaterales.
De hecho, en la reunión del jueves de Puigdemont y Junqueras con diputados y dirigentes de la CUP se habló tanto de las propuestas cruzadas sobre las cuentas como del futuro del procés.
CDC y ERC no renuncian de momento a convencer a la CUP de que retire la enmienda y ayer empezaron la presión por varias vías. Sus medios afines aireaban supuestas diferencias internas entre los antisistema; Puigdemont y Junqueras se unían con entidades civiles soberanistas como la ANC y Òmnium para que se unan a la coacción, y varios dirigentes subían el tono de sus declaraciones. El propio president tachó ayer de «destructores» a los antisistema y los acusó de «desgarrar» el proceso soberanista.
El primer debate sobre los presupuestos en el Parlament está previsto para el próximo miércoles. Si la situación no cambia, las cuentas ni siquiera se tramitarán: los 62 diputados de Junts pel Sí se quedarán solos frente a las enmiendas a la totalidad de todos los otros grupos. ¿Qué pasará entonces? Es una incógnita cuya resolución «depende en parte de las elecciones generales», señalan fuentes de Convergència.
En función de los resultados del 26-J, las mismas fuentes señalan que CDC podría romper el Govern si encuentra apoyos fuera de ERC y de la CUP. Sería, sin duda, un paso que redefiniría lo que se entiende por proceso soberanista, porque ningún otro partido de la Cámara catalana es independentista.
Otra opción es que se celebren nuevas elecciones autonómicas en otoño, ya con Convergència y Esquerra presentándose por separado. Es una posibilidad que apuntan cada vez más dirigentes independentistas, que no se ven gestionando una prórroga presupuestaria cuando habían prometido a los suyos asaltar los cielos.
EL MUNDO – 04/06/16