EL MUNDO 07/03/15
· No acude a la reunión del pacto, mientras ICV no apoya el plan de Mas para las elecciones
La división entre los partidos y organizaciones favorables al derecho a decidir en Cataluña enfrió ayer la intención de que las elecciones del 27 de septiembre se expliquen a los votantes como únicamente un plebiscito sobre la independencia. La falta de unidad traslució durante la cumbre que el denominado Pacto por el Derecho a Decidir celebró en el Parlament para, inicialmente, «reactivar» el desafío independentista, tal y como reclamaba su presidente, Joan Rigol.
De hecho, la cita sirvió más bien para que se evidenciaran parte de las costuras del proceso.
La prueba más palpable de la falta de unidad fue la renuncia de los miembros del Pacto –más de medio centenar de instituciones, partidos y organizaciones sociales– a bautizar los comicios adelantados como unas elecciones «plebiscitarias». Esa etiqueta, defendida por la amplia mayoría y reclamada sobre todo por Convergència Democràtica (CDC) y el president de la Generalitat, Artur Mas, fue rechazada abiertamente por al menos tres miembros de la mesa, pertenecientes a ICV, CCOO y el Movimiento Laico y Progresista. Su oposición, aunque en clara minoría, evitó que se incluyera el concepto «plebiscito» en la resolución aprobada ayer por el Pacto en favor del «consenso», según explicó Rigol una vez finalizada una reunión que se prolongó tres horas.
Los representantes de ICV-EUiA aprovecharon su intervención a puerta cerrada para insistir en la tesis de que sólo se podrá determinar si existe una mayoría favorable a la independencia si se celebra un referéndum «explícito» y no a través de unas elecciones al Parlament de Catalunya, a las que los ecosocialistas acudirán con un mensaje en favor de un modelo federalista. Según explicó tras la reunión la coordinadora nacional de ICV-EUiA, Dolors Camats, las elecciones del 27 de septiembre no pueden ser «un atajo» para alcanzar la independencia ni «la estrategia de [Artur] Mas» la puerta a la secesión.
La negativa –esperada– de ICV-EUiA a seguir la hoja de ruta de CiU no fue en cualquier caso la nota disonante de mayor envergadura de la jornada de ayer. Poco antes de que comenzara la reunión se conocía que la CUP, uno de los sostenes del independentismo, plantaba al resto de participantes. Un hecho inesperado porque la izquierda independentista había acudido a las cinco cumbres convocadas por el Pacto por el Derecho a Decidir hasta la celebración de la consulta alternativa del 9 de noviembre. Fuentes de la CUP se limitaron ayer a explicar a los medios que no se trata de un abandono definitivo del organismo, sino de dejar «en reposo» cualquier contacto político mientras la formación elabora su propia hoja de ruta para el 27-S y el camino que debería tomar Cataluña una vez superadas las elecciones. Rigol también trató de quitar hierro al plantón de la CUP y aseguró que fue informado con antelación de su intención:
«Apoyan el Pacto Nacional aunque hayan estado ausentes», zanjó. Con todo, el hecho de que el Pacto aprobara descartar el concepto «plebiscito» en sus conclusiones animó al líder del PSC, Miquel Iceta, a insistir en que defender lo contrario es «un engaño».
El tercer flanco escenificado ayer recayó sobre la Asamblea Nacional Catalana (ANC), después de que el jueves por la noche la organización amenazara con concurrir a las elecciones de septiembre con una lista propia «de país» si los partidos favorables a la independencia no alcanzan un acuerdo sobre una hoja de ruta única. Aunque la presidenta de la plataforma, Carme Forcadell, aseguró ayer al finalizar la cumbre que la lista propia «sería el último recurso» y que ni tan siquiera han llegado a planteársela como algo factible, el mensaje de la ANC fue interpretado como una agresión en CDC.
El coordinador general del partido, Josep Rull, advirtió a Forcadell de que otra lista favorable a la independencia –sumada a las ya existentes de CiU, ERC y la CUP– no haría más que «fragmentar» el voto soberanista. En declaraciones a Catalunya Ràdio también admitió que el proceso soberanista vive actualmente una etapa de «enfriamiento» de la que culpó directamente a ERC por no sumarse a la lista única que ofreció Artur Mas y que iría encabezada por el propio president. «Con una candidatura unitaria este enfriamiento no se habría producido, pero seremos capaces de recalentarlo», dijo.