LA RAZÓN, 6/5/12
En la última reunión, sus cinco miembros acordaron endurecer sus exigencias
MADRID-ETA se encastilla y pone como condición irrenunciable la celebración de una negociación con el Gobierno. Así se lo hizo saber un destacado miembro de la banda, perteneciente al «aparato político», a uno de los «verificadores», probablemente el holandés Ram Manikkalingam, del Dialogue Advisory Group (DAG), al transmitirle la decisión que había adoptado la «dirección» de la banda en una reciente reunión.
Tal y como adelantó LA RAZÓN, los cabecillas terroristas tenían previsto adoptar una serie de resoluciones ante el «parón» que, según los planes que establecieron durante la anterior legislatura, ha sufrido el «proceso». La «dirección» etarra está integrada en la actualidad por, al menos, cinco miembros (el número siempre es impar, para evitar empates en las votaciones).
Además de los «políticos» David Pla e Iratxe Sorzábal, está Izaskun Lesaka y otros dos miembros del «aparato logístico-militar». De esta manera, los llamados a «verificar» se convertían en meros «mensajeros» de ETA, dentro de la conocida estrategia de los pistoleros de utilizar a todos los que incluso con «buenas intenciones» se acercan a ellos. Ni siquiera les ofrecieron la baza de la renuncia a portar pistolas cuando se mueven por Francia (o incluso por España) o desmantelar algunos de los zulos en los que esconden todo lo necesario para volver a cometer atentados. Todo lo que ha ocurrido en los últimos días ha puesto en cuestión a los que se han empeñado en presentar a ETA como una organización casi desaparecida, sin capacidad de reacción e inoperativa. Guste o no guste, ahí está la banda con sus exigencias y con una estrategia, cuidadosamente preparada, para aislar al Gobierno y al Partido Popular de las demás fuerzas políticas y tratar de obligar al Ejecutivo a una negociación.
A este respecto, llama la atención la fijación que tiene el brazo político de los terroristas, Batasuna, que se mueve en la alegalidad bajo el paraguas de la «izquierda abertzale», con el líder de los populares vascos, Antonio Basagoiti, convertido en auténtica «bestia negra», y que recuerda lo ocurrido en el pasado con otros dirigentes de este partido.
Los planes de ETA, con el mensaje transmitido por los «verificadores» como un punto y seguido, consisten (y así lo explican en los documentos que desde 2009 han elaborado para este nuevo «proceso»), en la unión de todas las fuerzas separatistas vascas (excepción hecha del PNV).
Se trata de formar un bloque, en torno al cual deberían moverse, y bien que lo han conseguido, todos aquellos partidos, instancias internacionales, sindicatos, etcétera que, por una razón u otra, tratan de sacar «tajada» de la «paz» que supondría el final de la banda.
Como el PP, que ganó por mayoría absoluta las elecciones generales y ha formado Gobierno monocolor, no se presta a la jugada, hay que tratar de aislarle «por tierra, mar y aire», según expertos consultados por este periódico.
Se desconoce si el cabecilla de ETA que se entrevistó con los «verificadores» le transmitió algún tipo de fecha de caducidad para el actual «proceso», en caso de continuar el «parón». De hecho, en la nota que hicieron pública el viernes se limitaban a decir que la banda mantenía la decisión de no atentar. La negociación que propone ETA (desde 2009) es una trampa más de las que ha urdido a lo largo de su siniestra historia. Que los «verificadores» se hayan prestado a este juego da idea, según las citadas fuentes, de la entidad que personas que han participado en otros «procesos de paz», dan a la banda, a la que, por lo tanto, resulta peligroso minusvalorar. Consiste en ofrecer el «desarme» (no la disolución, ni la entrega de las armas), a cambio de la libertad de los presos y la salida de las Fuerzas de Seguridad y las Fuerzas Armadas del País Vasco y Navarra.
Si todo acabara en ese punto, alguien podría pensar que se trata de algo que se puede discutir. Lo que ocurre es que, logrado este primer paso, y con una ETA supuestamente «desarmada» pero omnipresente, sobre todo a través de su brazo político, sin la presencia «molesta» de la Policía y de la Guardia Civil, con los presos en sus casas, se pasaría a la materialización de los pasos para lograr la independencia del País Vasco, con la anexión de Navarra. La banda no se ha molestado en ocultar su estrategia y la ha plasmado en sus documentos, que LA RAZÓN ha publicado en los dos últimos años.
El hecho de ETA se haya encastillado en su exigencia de negociación, concede una gran importancia a la acción que las Fuerzas de Seguridad puedan desarrollar contra la banda en los próximos meses. Cualquier modificación de la actual política antiterrorista (incluida la penitenciaria), por leve que sea y que los terroristas puedan interpretar como cesión o debilidad, sólo serviría para reafirmar a los pistoleros en sus planes.
LA RAZÓN, 6/5/12