Félix Madero-Vozpópuli

Si tuviera tiempo, el portavoz de Podemos bien podría darse un paseo por una de esas colas de ciudadanos abandonados y preguntarles lo que entienden ellos por decencia

Supongo que les habrá sorprendido la manera que Pablo Echenique tiene de entender las manifestaciones en función de si son contra el Gobierno -el suyo, claro-, o a favor de causas que él considera progresistas. Escuchándolo se nota que  la lucha contra el racismo es de izquierdas y sólo de izquierdas. Pero como la causa del domingo era noble, nobilísima, las aglomeraciones se  disculparon, aunque bien podría ser el foco de un rebrote y no pequeño. Ya veremos.

¿Es eso decente señor Echenique? Al parecer lo es contagiarte por una buena causa. De verdad puede un dirigente político arengar así a las personas que han puesto en riesgo la salud y la seguridad de los demás. Imposible entender que nos estén anunciando multas por no llevar mascarillas al mismo tiempo que se autorizan manifestaciones. No, señor Echenique, el que se saltó las normas en esa manifestación no es persona decente. Y no cabe otra, desde su lógica simple, que llamarlo indecente. De ninguna de las maneras puede ser decente quien demuestra tan poco respeto por la salud de las personas que no estaban allí. Claro, es posible que decir esto me convierta en un racista. Da igual. Ya no cala su forma binaria de entender la política.

¿Decente es poner en riesgo a los demás?

Aunque se hayan incumplido todas las normas en época de pandemia, la manifestación contra el racismo Black livesmatter en Madrid tiene un pase para el portavoz de Podemos. Aunque la gente se amontonara, se tocara, no llevara mascarillas. Aunque se manifestaron tres mil, cuando sólo había permiso para 200, esa manifestación, sostiene Echenique es distinta a las que hacen los fascistas de la cacerola. El fin la hace admirable, y en consecuencia parece que inocua. La de ayer puso tan en riesgo la seguridad y el respeto a los demás como las aglomeraciones que se produjeron en el barrio de Salamanca. ¿Cuál es la diferencia? Pues que la del domingo era de gente decente. Lo otro son fachas, privilegiados, cayetanos.

Hace dos semanas, cuando las caravanas de Vox, Echenique se preguntaba «¿qué tal ha ido la manifestación contaminante a favor del contagio masivo y contra los científicos?».  Es textual. No me culpen a mí de una prosa tan ratonera.

Dime contra quién protestas y te diré lo que eres

Cada vez que escucho a este hombre tengo la sensación de que la democracia muta con esmero en comedia bufa. ¿Habla en serio? ¿Se cree lo que dice? Que alguien con un sentido democrático tan perturbado sea el que reparta los carnets de la decencia de las personas da idea exacta de quien ha entrado en la política -quizá para no irse-, con la arrogancia de los mequetrefes y entretenidos en el escaño.

Cierto que tenemos poca suerte con nuestros gobernantes, pero Echenique ha creado escuela al rebajar a niveles ínfimos el debate político y de la moralidad misma. Su estilo es una mezcla perfecta de ignorancia, arrogancia y odio.  Es difícil encontrar a tipos con tanta facilidad para el insulto y el discurso divisivo que tensa los ánimos de los más prudentes. Que se sienta con poder y autoridad para determinar lo que es decente y lo que no produce irritación. Cuáles son los parámetros que marcan la decencia tal y como el de Podemos la entiende. O qué idea tiene de lo que es el recato, la honestidad y la modestia. Con independencia del respeto que me merecen aquellos que se manifiestan en contra del Gobierno, o del racismo o de lo que les venga en gana si respetan las normas, tengo para mí que la idea de Echenique sobre la decencia no tiene nada que ver con la mía. 

Tan decente es la gente que se manifiesta contra el racismo que la que lo hace contra del Gobierno. Qué tiene en la cabeza este hombre para que se sienta capaz de entrar en las conciencias de las personas, etiquetarlas y bendecirla hisopo en mano.

Deje de marear Echenique. No señale a la luna para que el personal mire a su dedo. Lo que usted piensa de la gente cuando lanza un discurso tan repugnante que divide en decentes e indecentes es lo mismo que mucho pensamos acerca de los políticos de la misma clase y condición. Lo peor no es que sienta el impulso de calificar conductas en función de lo que ponga la pancarta. Es la manera sectaria y discriminatoria que gasta sobre el derecho que tienen los ciudadanos para manifestarse.

Las indecentes colas del hambre

Hace unos pocos días, Pablo Echenique alababa la rapidez del Gobierno y avisaba de que van a rescatar a la gente antes que a la banca. Decía sentirse orgulloso de un Gobierno -el suyo, claro-, que ha puesto por delante la vida de miles de personas antes que otros intereses.

Me pregunto si Echenique está viendo las colas del hambre. Si sabe que hay gente que espera horas  para que le den una bolsa con comida. Me pregunto por su sentido de la decencia cada vez que salen las imágenes de colas que recuerdan a Venezuela.

La decencia es una condición propia de los valientes, que no de los temerarios y mentirosos. Acaben de una vez con esta desgracia social y empezaremos a entender qué entienden por decencia. Por de pronto es indecente esta bochornosa forma de anunciar el rescate de las personas y alabar a un Gobierno -el suyo, claro-, que de momento no sabe cómo acabar con el hambre de miles de personas en España. Si tuviera tiempo bien podría Echenique darse un paseo por una de esas colas de ciudadanos abandonados y preguntarles lo que entienden ellos por decencia. Hace unos días Carlos Boyero se preguntaba si existen los ERTE para la clase política. No, claro, no existen. Pero Echenique lo pone fácil.