La defensa de los europeos

EL PAÍS 06/06/17
JEAN-CLAUDE JUNCKER

· Hemos dependido demasiado del poder militar de otros. La UE tiene que asumir su propia seguridad

No cabe duda de que el poder simbólico de Europa resulta eficaz. Con nuestra diplomacia, nuestra política de desarrollo y nuestras relaciones comerciales, los europeos contribuimos a crear estabilidad y promover la paz, los derechos humanos y el Estado de derecho en todo el mundo. Pero el poder simbólico por sí solo no tiene fuerza suficiente.

No podemos dar por sentado que Europa es segura, libre y pacífica. Los recuerdos de terror y derramamiento de sangre siguen estando muy vivos para mucha gente de toda Europa. Y basta con echar un vistazo a nuestro entorno inmediato, con todas las tensiones en el este y la brutal guerra de Siria, para ver que la guerra no es cosa del pasado. Los intentos por avanzar hacia una defensa común forman parte del proyecto europeo desde su inicio. Pero, hasta ahora, es una ambición que ha quedado en gran medida insatisfecha. Ha llegado el momento de que hagamos algo más.

La ineficiencia y la fragmentación nos salen muy caras. Mientras que en Europa tenemos 178 sistemas de armas diferentes, Estados Unidos solo tiene 30. Al mismo tiempo, tenemos más fabricantes de helicópteros en Europa que Gobiernos que puedan comprarlos. Y nos permitimos el lujo de tener 17 tipos diferentes de carros de combate, cuando es evidente que EE UU se las arregla perfectamente bien con un solo modelo.

La falta de cooperación en defensa y seguridad nos cuesta anualmente entre 25.000 y 100.000 millones de euros. Los Estados de la UE tienen mucho que ganar si comparten vehículos, normalizan la munición y, en definitiva, investigan juntos, en lugar de hacerlo por separado.


· La falta de cooperación en defensa y seguridad nos cuesta anualmente entre 25.000 y 100.000 millones de euros

Por eso la Comisión Europea ha propuesto la creación de un Fondo Europeo de Defensa. Si bien no va a reemplazar los presupuestos nacionales de defensa, sí proporcionará incentivos para la cooperación en la investigación, el desarrollo y la adquisición conjuntos de equipos y tecnologías de defensa. Esto es algo que va tanto en interés de nuestra seguridad como en beneficio de los contribuyentes. Los Estados miembros seguirán estando al mando, decidiendo por ellos mismos a qué proyectos desean dar prioridad, ya sea la tecnología de drones, la comunicación por satélite o la adquisición de helicópteros al por mayor. El valor añadido que aportará la Comisión Europea será el de combinar esfuerzos y permitir así que los proyectos se inicien de manera más coordinada, sistemática y eficiente.

Sin embargo, solo con dinero no puede comprarse una auténtica Unión Europea de Seguridad y Defensa. También necesitamos voluntad y ambición políticas. Como parte del debate sobre el futuro de Europa, quiero que discutamos honestamente qué camino vamos a seguir a partir de aquí.

El hecho es que ya estamos ganando impulso. Justo el mes pasado, todos los Estados miembros decidieron por unanimidad establecer la primera Capacidad Militar de Planificación y Ejecución para que asuma el mando de las misiones de formación de la UE. Es un primer paso que debe ir seguido de zancadas más largas.

La UE ya dispone de los medios para apartarse del actual mosaico de acciones de cooperación militar de carácter bilateral y multilateral hacia formas más eficientes de integración de la defensa. El Tratado de la UE establece la posibilidad de una cooperación estructurada permanente para aquellos Estados miembros que deseen y puedan ir hacia adelante juntos. Creo que ahora es el momento para hacer uso de ella.

Este enfoque complementa nuestra cooperación con la OTAN, que es de vital importancia para nuestro futuro. Al fin y al cabo, 22 Estados miembros pertenecen también a esta alianza de defensa. Pero nuestra cooperación con la OTAN no puede seguir sirviendo de cómoda coartada para argumentar en contra de unos esfuerzos europeos autónomos.

Hemos dependido en demasía y demasiado tiempo del poder militar de otros. Tenemos ahora que aprovechar la ocasión para hacernos cargo de nuestra propia seguridad. Se lo debemos a nuestros conciudadanos europeos. Porque el impulso para una cooperación más estrecha en materia de defensa viene antes de nada y sobre todo de las gentes de Europa. En casi todos los países de la UE, la seguridad es una de las tres prioridades principales, y tres cuartas partes de los europeos están a favor de una política común de seguridad y defensa.

El derecho a sentirse seguro y protegido en su propia casa es el más básico y universal de todos.

Nuestra Unión debería proporcionárselo a los europeos.