Gorka Maneiro-Vozpópuli

  • Los jóvenes son cada vez más conservadores, lo que antes parecía una contradicción en los términos

Según señalan las encuestas, salvo las que están al servicio del PSOE, la izquierda se hunde. No es sólo vaticinio de lo que puede llegar a plasmarse en cuanto los españoles tengamos ocasión de ir a las urnas sino reflejo de la realidad sociológica de España hoy día, especialmente entre los jóvenes. Porque después vendrán las estrategias partidarias y las torpezas de cada cual que podrían hacer variar levemente lo que parece inevitable, que gobierne el PP y Feijóo sea presidente, pero el hecho incontestable es que nada es lo que era, y tampoco la izquierda, y que gracias a Sánchez gobernará la derecha. Y la política es dicotómica como el fútbol: cada éxito del adversario es fracaso propio y viceversa.

Por resumir: el PP aguanta y sigue en cabeza, Vox se dispara y el PSOE se desangra. Como es una tendencia que viene de lejos, para el PSOE y el conjunto de la izquierda parece menos grave de lo que es realmente, pero lo cierto es que es incluso peor: y es que Sánchez pasará a la historia como el secretario general del PSOE que hundió a su partido y facilitó una mayoría absoluta de las derechas tras liderar los peores gobiernos de la democracia. Y es que cada cual tiene lo que se merece. O sea, que cavó más hondo y lo hizo peor incluso que Zapatero, lo que parecía imposible. Es lo que tiene carecer de principios y rodearse de los peores y más serviles. Además, Sumar casi desaparece, Podemos recupera cierto terreno, y EH Bildu y Esquerra se aprovechan de la evaporación de la sopa de letras de Yolanda Díaz, esa eminencia. Por su parte, PNV y Junts se debilitan, supongo que porque parte de sus tradicionales votantes no comparten su lealtad a Sánchez, lo cual, al menos en el caso del PNV, no quiere decir que les fuera mejor si se unieran al bloque alternativo de la derecha. Y como lo sospechan, pues ahí siguen, especialmente el PNV: esperando que Sánchez caiga sin que se pueda decir que ha sido gracias a o a pesar de la formación nacionalista, cómplice disimulado de Sánchez.

La nada más absoluta

El último barómetro de Hamalgama Métrica para Vozpópuli parece más un certificado de defunción que una encuesta. Efectivamente: la defunción de la izquierda como tal por culpa de la izquierda realmente existente, es decir, la izquierda reaccionaria, tras abandonar sus ideas tradicionales de defensa de la igualdad, atención a los más débiles y redistribución de la riqueza y asumir las ideas nacionalistas, lo woke, lo guay y lo que diga la demoscopia y, sobre todo, la ausencia total de principios que le permiten defender una cosa y su contraria. O la nada más absoluta. Enhorabuena, Pedro: PP y Vox se irán más allá de los 200 escaños por obra y gracia de su sanchidad. Hace 25 años, Aznar logró 183, lo que dio la primera mayoría absoluta al centro derecha, aquello que parecía imposible. González, en 1982, logró 202. Enhorabuena, Sánchez, todo parece indicar que harás posible lo que parecía impensable.

Los críticos de Sánchez

El PP alcanzaría los 145 escaños con un líder que no termina de serlo y Vox se dispararía casi sin pestañear hasta los 62 diputados. A estas alturas es la única esperanza de Sánchez: que Vox crezca tanto que al PP no le quede otra que gobernar con los de Abascal; de ese modo tendría que volver a salvarnos de la extrema derecha después de haberla impulsado y llevado a la Moncloa. Quien no se consuela es porque no quiere o no acepta la realidad. El PSOE caería hasta los 105 diputados, por lo que parece que no lo salvarían ni sus socios más leales: Bildu, Esquerra, BNG, Sumar y el resto de morralla nacionalista. Lo suyo ha sido una caída con conocimiento de causa y a conciencia. Después quizás vengan los remordimientos y las malas conciencias, y los críticos de Sánchez aflorarán como por arte de magia, pero a día de hoy es lo que Sánchez tendría según todas las encuestas: poco más de cien diputados y un partido chamuscado y convertido en una secta. Todo puede ocurrir pero es improbable que ocurra un milagro que lo salve de la quema.

Y si el PSOE se hunde, Sumar directamente se evapora. Y no por arte de magia, porque con semejante lideresa es cualquier cosa menos una sorpresa. De los 31 diputados de julio de 2023 le quedarían 7. No es ya que Yolanda Díaz no se entienda a sí misma, sino que son sus propios votantes los que parece que no logran entenderla. O quizás es que por fin pudieron descifrarla. Al parecer, sus votantes se irán al PSOE, regresarán a Podemos o se quedarán en su casa. No descarten que Yolanda Díaz se afilie al PSOE; o eso o la jubilación anticipada. Y, al parecer, la tendencia es todavía peor para los supuestos progresistas, que hace ya un tiempo dejaron de serlo. Porque los jóvenes son cada vez más conservadores, lo que antes parecía una contradicción en los términos. Por lo que se ve, es la forma actual de ser rebelde, antisistema y moderno. O igual es que es la única forma que tienen de acabar políticamente con Sánchez.

La jubilación anunciada 

No podría entenderlo ni aunque me lo explicara el verbo suelto de Yolanda Díaz. Es cierto que con Sánchez salieron cientos de agresores sexuales o vieron reducida su condena por la incompetencia de su ministra Irene Montero, que algunos de los principales responsables del proceso independentista fueron perdonados y convertidos en socios preferentes, o que los nacionalistas y los independentistas han seguido viéndose beneficiados por las políticas discriminatorias del Gobierno de España; es verdad que se prometió a Cataluña un cuponazo como el vasco para que los que menos tienen financien a los que tienen más a cambio del apoyo de quienes quieren independizarse, como manda la supuesta ortodoxia izquierdista, o que los principales organismos públicos están tomados por el PSOE y afines, incluida la RTVE; es cierto que hay más corrupción que la que hubo en el pasado, y que la mujer, el hermano, el círculo político más cercano de Sánchez y su fiscal general están siendo investigados por la Justicia; es verdad que la desigualdad social ha crecido y que la pobreza no se ha detenido sino todo lo contrario; es verdad, en fin, que casi todo está peor que cuando llegó Sánchez. Sin embargo, él a lo que vino es a salvarnos de la extrema derecha. Y nosotros se lo pagamos con lo que más le duele y jubilándolo. Será que los españoles somos unos desagradecidos.