ARCADI ESPADA-El Mundo
—Ah, pues los insultos normales, hijos de puta, cabrones, lo normal.
No era el cinismo de la Procesionaria. Es que el hombre había sido policía.
La sesión ofreció una exuberancia lujuriosa de interlocuto y de aperturo. Solo un jardinero que declaró por la mañana dijo en un instante maltrecho que las puertas estaban abiertas. Pero enseguida el gran Pina le corrigió:
—Cuando las puertas se aperturaron…
Otro momento conmovedor fue el interrogatorio de la abogada Gené a la testigo Baqué, de Seva (Mont-seny). La testigo había declarado que al final de la tarde una unidad antidisturbios de los Mossos se había llevado las urnas. La abogada se interesó ilusionadamente por los detalles, cosa comprensible tratándose de una novedad. La abogada no solo quería demostrar hasta qué punto era calumnioso adjudicarles pasividad a los Mossos. ¡Recordad Seva! Lo que quería demostrar, sobre todo, era el viejo refrán castellano: «Cosa bien pedida, nunca fue negada».
—¿Los mossos mediaron?
—Sí, yo no lo vi, pero sé que hablaron y les dejaron pasar.
La abogada Gené sonrió y dijo que no había ninguna pregunta más. Cuando llegan los antidisturbios catalanes todo va como una seda, eso pensó, lo sé yo. Se instaló un ambiente pesado como en las novelas idem. Hasta que lo despejó el fiscal Moreno.
—¿Durante todo el día hubo una pareja de mossos a la puerta del colegio?
—Sí.
—¿Y quisieron entrar y llevarse el material electoral?
—Sí, pero no les dejamos.
No vi la cara de la abogada Gené. Pero el testigo había dejado dicho 1/ que los catalunyenses, para apartarse, necesitan más estímulo que el que se lo pidan por favor y 2/ que dada la mano de santo demostrada por los mossos antidisturbios en Seva ya ha quedado claro por qué hubo referéndum, Gené.
Aunque referéndum no hubo, naturalmente. El fiscal Cadena, ¡un profesional!, preguntó ayer no solo por la llegada de las urnas sino por su salida. Un testigo dio algunos detalles interesantes, aunque deslavazados, de cómo se llevaron los votos a casa y los fueron metiendo en una web. Yo he reunido otros que quizá sean de interés. Aparte de por dinero, uno escribe siempre cuando no puede leer sobre algo que le interesa. La destrucción de la democracia catalana empezó la víspera de las votaciones cuando la Guardia Civil accedió al Centre de Telecomunicacions i Tecnologies de la Informació (CTTI) y anuló las aplicaciones informáticas del recuento y precintó el call center donde debía centralizarse la recogida de votos. A causa de estas acciones a primera hora del día 1 el consejero Turull declaró implantado el llamado censo universal y así cualquier ciudadano pudo votar en cualquier mesa. Al estar intermitentemente caída la red informática fue imposible garantizar que alguien no votara más de una vez. De ahí arranca la performance de la empresaria Susana Gallardo, gran fortuna del país, emoticono, cuando en un vídeo célebre documentó su paso por diversos colegios electorales (https://youtu.be/MuC1dThHF24).
El mismo día 1 los organizadores habilitaron un número de teléfono, a modo de call center, que sustituiría al del CTTI. Pero la Guardia Civil consiguió anularlo. A última hora de la tarde insistieron con otro que ya no pudo ser anulado. En ese número se fueron recibiendo los resultados de un recuento, que, obviamente, tampoco tuvo ninguna de las garantías convencionales. Una vez transmitidos los datos, en cada colegio hicieron lo que les pareció con las papeletas —algunas las llevaron a los ayuntamientos—, dado que su destino, el call center oficial, había sido clausurado.
La suerte de Turull es que tres años antes se había celebrado el referéndum del 9 de noviembre y tuvo con qué hacer las cuentas de la vieja. Se apreció el detalle, eso sí, de que bajara levemente los resultados para dejarlos en 19.073 votantes menos. Mi ilusión sería ahora dedicarme al estudio de esa cifra y su cabalística.