Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
- ¿Y si resulta que Vox ya no asusta, o que asusta menos que un gobierno Frankenstein lleno de corrupción, acosadores, golpistas y ex-terroristas?
El PP barre al PSOE, que se desangra en Extremadura, aunque no llega a su objetivo principal. Obtiene 29 diputados, uno más. Gana a la suma de las izquierdas y sube un 15% en votos. Vox se forra y Podemos se permite descorchar champán para celebrar. Las derechas registran el 60% de los votos, las izquierdas la mitad. ¡En Extremadura! Las interpretaciones son curiosas. Para Ferraz la gran derrotada es… –¡lo sabía!– la señora Guardiola. Ella ganó pero, en su opinión, poco; mientras que ellos perdieron mucho. Pero eso fue solo porque el señor Gallardo era tan malo que hubo que echarlo y, en un acto de generosidad, le mantuvieron en el puesto un día más de lo debido. Si le llegan a echar la víspera se hubiesen ahorrado un disgusto. El presidente Sánchez estuvo en la apertura, en el meollo y en el cierre de campaña, pero no se acuerda, no le consta, no le concierne. Él se ocupa de menesteres menos menesterosos que los de los rezagados extremeños.
Durante años nos vendió aquello de que ‘Vienen las derechas’, como si llegara el Apocalipsis, como si cayeran las primeras gotas del diluvio, como si el tsunami asomara por el horizonte. Incluso en el colmo de la desfachatez democrática aseguró que no convocaba elecciones generales porque sabía que las iba a perder. Al expresidente Rodríguez Ibarra se le ocurrió, en buena lógica, que la solución para evitar tales tragedias, consistía en permitir que la abstención de los socialistas en la investidura de Guardiola le quitase al PP la ‘excusa’ para pactar con ellos. La idea duró menos de 24 horas. El odio supera a la razón y su instinto de supervivencia personal le gana al sentido común.
¿Y si resulta que Vox ya no asusta? O, si lo prefiere, que asusta menos que el gobierno Frankenstein lleno de corruptos, acosadores, ladrones, malversadores, golpistas y ex-terroristas? Aunque, visto desde Ferraz, nada de eso influyó. Las concesiones a los independentistas son meros regalos de bienvenida al solar patrio, la financiación singular, una muestra de cariño, las excarcelaciones de etarras un gesto de convivencia. En resumen, si todo va bien, ¿para qué cambiar nada? Si todo es normal, ¿por qué no dejar a Bildu, que bien que se lo ha merecido, que presente al país la prolongación del escudo social? Pero, si fuera verdad que el espantajo de Vox ya no funciona, ¿por qué se espera que funcione el escudo social?, ¿por qué se supone que la gente no busca otra forma de gobierno, menos zafia, menos cutre, con menores mangantes y mejores gestores?
Enseguida llegan las elecciones aragonesas y luego aparecerán las castellano-leonesas, las andaluzas y quizás las demás. Si la constancia en la derrota dio el triunfo a los portugueses, ¿cuántas victorias como ésta, en la que el PP dependerá de Vox, puede permitirse el PSOE? Si Pirro se arruinó con la victoria, ¿de cuantos fondos dispone el PSOE para librar la batalla autonómica?
El movimiento anunciado e iniciado por Jordi Sevilla ¿es la antesala de la esperada regeneración o el simple aviso de que los roedores abandonan atropelladamente la nave?