«La legalización de la izquierda abertzale, a través de Bildu, y sus resultados en las elecciones municipales y forales del pasado 22 de mayo, hacen que ETA no tenga otra opción que seguir a la izquierda abertzale».
Así de rotundo se expresa el abogado surafricano, mediador internacional y asesor de la izquierda abertzale, Brian Currin, en un texto recién publicado en Le Monde Diplomatique, titulado Elegir la paz en el País Vasco, y traducido a más de 40 idiomas.
Currin expresa en este texto lo que los portavoces de la izquierda abertzale reconocen en privado: que, tras los resultados del 22-M -un 25,5% de los votos en el País Vasco- han ganado definitivamente a ETA el pulso que mantenían por la vanguardia del llamado MLNV (Movimiento de Liberación Nacional Vasco) desde la ruptura de la tregua de 2006 con el atentado de la T-4. El resultado no solo les reafirma frente a una ETA más debilitada que nunca sino que además ya no tienen enfrente a un núcleo opositor organizado en la banda armada.
Fuentes tan dispares como las policiales y otras próximas a la izquierda abertzale coinciden en que las detenciones del pasado 11 de marzo, en Willencurt, en la frontera de Francia con Bélgica de los etarras Alejandro Zoberán, Xarla; Mikel Oroz, Peru; Iban Sáez de Jáuregui y Urko Labaka descabezaron al núcleo organizado que se oponía al nuevo proceso abierto con la tregua de septiembre y reafirmado el pasado enero.
La información policial ya adelantaba entonces que los cuatro detenidos -uno de ellos encausado por el asesinato del policía francés, Jean-Serge Nerin, en marzo de 2010- trataban de reorganizar el aparato militar de ETA. Lo que se desconocía, en ese momento, es que ese era el único núcleo opositor al fin de la violencia en el seno de la banda.
Zobaran, junto con Oroz y Eneko Gogeaskoa eran militantes de confianza del jefe del aparato militar de ETA Mikel Carrera, Ata, hasta su detención en mayo de 2010. Carrera se opuso al proceso de paz de 2006 y también se resistía a la nueva declaración de tregua, la de septiembre de 2010, que proclamó ETA a los cuatro meses de su detención por la policía.
Gogeaskoa fue detenido antes que Zobarán y Oroz. Estos fueron los encargados del suministro de armas y explosivos al aparato militar y eran los herederos en el seno de ETA de la línea contraria al nuevo proceso que había marcado Carrera.
No es casualidad que justo después de estas detenciones ETA anunciara el final de la extorsión contra empresarios y profesionales. Tanto la policía como la izquierda abertzale coinciden en que el cese de la extorsión es la prueba más importante, hasta el momento, de que ETA avanza hacia el final en la medida en que se agota su principal fuente de financiación.
De ahí que Currin, informado de los entresijos de la izquierda abertzale y ETA, diga que a partir de ahora la banda secundará a la izquierda abertzale. Y lo hará próximamente con un comunicado en el que expresará su respaldo al proceso político emprendido por esta.
Entre las prioridades de la izquierda abertzale no figura algo que afecta a la esencia de ETA, sus presos. Este es un asunto que ha delegado en la banda. La izquierda abertzale tratará de consolidar el poder municipal -gobernará en la mitad de los municipios guipuzcoanos y la Diputación provincial- que ha recuperado, a sabiendas de que su éxito está basado en su alejamiento de la violencia de ETA.
También aprovechará el juicio contra su líder, Arnaldo Otegi, por el caso Bateragune, que se inicia el 27 de junio para propagar su apuesta por el alejamiento de la violencia de ETA. Defenderá que la reorganización de Batasuna por la que la Fiscalía acusa a Otegi, tras su detención en octubre de 2009, era precisamente para lograr el desmarque de la violencia de ETA.
El temor del Gobierno, que está convencido de que los avances de la izquierda abertzale han sido por la presión que ha ejercido sobre ella, es que, tras su éxito electoral se acomode y se quede a medias en su apuesta por el alejamiento de la violencia de ETA. El Ejecutivo considera que a la izquierda abertzale le falta lograr el cese definitivo de la violencia terrorista y el reconocimiento de las víctimas.
Cuenta con un arma de presión. La izquierda abertzale necesita la legalización de Sortu, su partido, pendiente del Tribunal Constitucional. Sus magistrados han sufrido un enorme desgaste desde la derecha política y mediática por la legalización de Bildu, lo que permite pensar que la decisión se demorará probablemente más allá del otoño.
EL PAÍS, 12/6/2011