ABC 30/09/16
· Una vez resuelto el conflicto, el PP podría «negociar la abstención condicionada»
«Lo que empezó siendo una sonrisa irónica ha terminado con un gesto de preocupación», confiesan a ABC fuentes de La Moncloa. La deriva que ha seguido el conflicto en el seno del PSOE va mucho más allá de la posible sustitución de Pedro Sánchez, el «señor No» que ha rechazado acuerdos con Rajoy en tantas ocasiones. En el entorno del presidente siguen con expectación, y con inquietud, lo que está ocurriendo en el PSOE. Con un temor latente: que la crisis pueda desembocar en una ruptura de este partido.
· No hacer comentarios
Los populares reciben la consigna de no hacer «declaraciones injerentes» sobre la situación del PSOE
El argumentario oficial del PP marcaba una consigna para los dirigentes, diputados y senadores populares: mostrar respeto al PSOE en cualquier manifestación pública y, en todo caso, no hacer comentarios que pudieran interpretarse como injerencias en la crisis socialista. Así lo han transmitido a través de los grupos parlamentarios y de los portavoces.
«La cosa es grave», reconocen los populares. Más por el momento en que ha ocurrido: a un mes justo de que acabe el plazo para poder plantear una nueva investidura. Porque, recuerdan, España sigue sin tener gobierno, y esta crisis del PSOE, si demora su solución, puede invalidar ese último mes que queda para evitar unas nuevas elecciones.
Estabilidad en los partidos
La incertidumbre sobre cómo puede acabar la discusión en el seno del PSOE permite plantear varios escenarios. Si desembocara en una gestora que fuera partidaria de una abstención frente a otra hipotética investidura de Rajoy, eso podría beneficiar al PP, reconocen. «La estabilidad es muy importante para España; por eso propusimos la gran coalición. Pero también tiene que haber estabilidad en los partidos».
A efectos de la investidura, añaden las mismas fuentes, ante la opción de una gestora socialista que variara su postura hacia «una abstención condicionada o negociada», el PP se sentaría a negociar sin duda. Siempre, aclaran, que «quedara meridianamente clara la legitimidad de esa gestora».
En el entorno del presidente en funciones Mariano Rajoy «se espera y se desea que el PSOE resuelva la crisis de la mejor manera para ellos y para la gobernabilidad de España». Si una vez cerrado el problema se pudiera negociar con quien fuera el responsable, «el partido se sentaría y negociaría la abstención, en términos programáticos, de gobierno, de pactos de Estado…».
La única condición, añaden, sería «que quedara clara la legitimidad del interlocutor en el PSOE». Recordaban que se ha mantenido la interlocución con Sánchez a pesar de sus reiteradas negativas, y que para cuando los socialistas se pacifiquen el PP «mantiene su disposición a negociar, con él o con quien le sustituya, si es que es sustituido».
Lamentablemente, recuerdan, en este momento «no está claro cómo puede acabar» el conflicto entre los seguidores de Pedro Sánchez y sus críticos. En La Moncloa aguardan porque temen que «puede tener efectos incalculables para todos».
Nueva cita electoral
El otro escenario posible es una tercera cita electoral en apenas tres meses, y a la que, después de los últimos acontecimientos, el PSOE llegaría debilitado. Algo que también preocupa en Moncloa, por la gravedad de la previsible caída y porque «todo este asunto puede no salirle gratis al país», advierten. Recuerdan el importante papel que ha jugado el PSOE en España durante la democracia, gobernando durante muchos años y haciéndolo «con sentido de responsabilidad y estado».
Pero ahora, señalan, existe la «amenaza de una tercera fuerza» que en algunos lugares ya es segunda, Podemos. Y el debilitamiento del PSOE podría suponer que en una próxima cita electoral «la mayoría de izquierdas no serían ellos, sino Podemos», con el que reconocen que al PP le sería mucho más difícil negociar.
Por eso, dada la gravedad del trance que afronta el PSOE, en el PP se está viviendo la evolución de la cuestión con mucha preocupación. Temen que el resultado del debate abierto entre las dos facciones en que se ha dividido el PSOE provoque «un destrozo muy grande en las expectativas» del partido, y que incluso pueda haber «una fractura del partido».
Algo que sería muy dañino: «El PSOE, desde la Transición, ha sabido aglutinar a un amplio espectro ideológico; nunca ha tenido un enfrentamiento que amenace su unidad», destacan.