La desidia culpable

VICTORIA PREGO, EL MUNDO 28/11/13

· Lo más execrable de nuestra población de reclusos está saliendo a la calle y lo único que mitiga levemente nuestra indignación es comprobar que la mayoría son unos viejos. Es decir, que han pasado la mejor parte de la vida entre rejas y que sólo les queda consumir la parte final y eternamente marcada de sus existencias.

Pero los etarras recién excarcelados pretenden, y últimamente en demasiados casos consiguen, hacer de su puesta en libertad una declaración de victoria. De victoria sobre sus víctimas, sobre los demócratas y, lo que es más grave, sobre el Estado. El Gobierno no debe consentir que se sigan produciendo escenas como la de ayer, en las que el etarra asesino de un niño de dos años fue vitoreado en su pueblo como si fuera un soldado vencedor de regreso de la batalla.

Esto es intolerable desde todos los puntos de vista y, por eso, el presidente del Gobierno debe hablar con el lehendakari, que es el responsable ahora de controlar estos episodios, para que no se vuelvan a repetir. Las denuncias del delegado del Gobierno en el País Vasco han caído por ahora en saco roto. Es el momento de hablar al máximo nivel para cortar de raíz y no consentir esta burla. Y para erradicar antes de que vayan a más y tomen las calles, con esos episodios de kale borroka que han vuelto a aparecer en Bilbao y sus alrededores.

Estas son algunas de las terribles consecuencias de la sentencia del Tribunal de Estrasburgo, que está produciendo en la sociedad española unas heridas de muy difícil cicatrización. Pero sería un error hacer foco sobre el Tribunal de Derechos Humanos a la hora de reprochar este desastre social inmenso, porque nos equivocaríamos. Este tribunal ha puesto en valor unos principios indiscutidos en Derecho. Ni tampoco en el Tribunal Supremo, que con la doctrina Parot intentó poner un parche a la vía de agua que se le abría al país ante la salida de los más sanguinarios asesinos de la banda. Ni siquiera en la Audiencia Nacional, que se limita a cumplir la sentencia del Tribunal de Estrasburgo. Ninguno de ellos es responsable de lo que está sucediendo.

Han sido nuestros políticos los que, desde el comienzo mismo de la democracia y durante tantos años como han pasado, no fueron capaces en todo este tiempo de darse cuenta, o sencillamente no quisieron, asumir que las sanciones del Código Penal y los beneficios penitenciarios de los tiempos de Franco estaban abriendo un agujero de dimensiones colosales en nuestra democracia, que se abriría en un tiempo tasado. Y no lo evitaron.

Han sido ellos los que nos han llevado hasta aquí y es a ellos a quienes hay que reprochar este desastre y a quienes habría que pedir explicaciones. Porque además de los terroristas, salen también asesinos y violadores como los que recobraron ayer la libertad habiéndose librado de permanecer en prisión hasta 2025, gracias a la sentencia del Tribunal de Estrasburgo. Pero no es culpa del tribunal, sino de nuestros desidiosos políticos, que nunca hicieron el trabajo.

VICTORIA PREGO, EL MUNDO 28/11/13