EL MUNDO 03/01/14
Artur Mas ha comenzado 2014 dando un acelerón a su desafío al Estado. El presidente de la Generalitat ha enviado una carta a 27 jefes de Gobierno de la UE –todos menos Rajoy– en la que les comunica que Cataluña «celebrará un referéndum» de autodeterminación el 9 de noviembre y les pide ayuda para su proceso ante la negativa del Gobierno español a autorizar la consulta. De forma paralela, su autodenominada Secretaría de Asuntos Exteriores ha remitido un memorándum a 45 Gobiernos de todo el mundo en el que les asegura que no existen razones legales para impedir el referéndum y que Cataluña «será» la séptima economía europea cuando logre la independencia.
No por estar ya acostumbrados a los delirios de Artur Mas hay que restar trascendencia al paso dado por el líder de CiU. Al contrario, la carta y el memorándum son hechos de extraordinaria gravedad desde el punto de vista institucional. Mas puentea y por tanto es desleal al Gobierno de su país al pretender relacionarse directamente con los primeros ministros pidiendo su ayuda para sortear la legislación que está obligado a aplicar según el juramento que él mismo prestó cuando tomó posesión de su cargo. El presidente catalán miente, además, cuando les dice a los líderes de la UE que las leyes españolas permiten su referéndum.
Está claro que ninguno de los mandatarios a los que se ha dirigido –empezando por Merkel, que es la carta filtrada por la Generalitat– le van a hacer ni caso. En los últimos meses, tanto la Comisión como los líderes europeos le han dejado muy claro que una Cataluña fuera de España saldría inmediatamente de la UE. Pero ello no resta trascedencia a su peligroso comportamiento. Es evidente que el estupor recorrerá las cancillerías y ello supondrá una erosión de la credibilidad de España en el mundo, ya bastante mermada.
Dado que Artur Mas, por la vía de los hechos, no reconoce la autoridad del Gobierno, que es a quien le corresponde dirigir la política exterior, es más necesaria que nunca una respuesta clara y contundente de Mariano Rajoy. No basta con que el portavoz adjunto del PP catalán diga que la carta y el memorándum son una «prueba más del delirio independentista». No son únicamente palabras, son hechos que llevan membrete.
La respuesta tampoco puede quedarse en la retórica habitual de que el referéndum no tendrá lugar, puesto que Mas ha comunicado a la UE que sí «se celebrará». No podemos dejar de recordar el contenido del artículo 155 de la Constitución en el que se asegura que «si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España», el Gobierno podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a la autonomía a cumplir sus obligaciones. Creemos que hay pocas dudas de que Mas está atentando gravemente contra «el interés general de España». Pero existen otras posibilidades intermedias, como la de subordinar las ayudas del Fondo de Liquidez Autonómica al desmantelamiento de las embajadas. Lo que de ninguna manera puede consentir el Gobierno –si quiere que su autoridad sea respetada– es que las deslealtades de Artur Mas le salgan gratis.