Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 7/9/12
Gemma Zabaleta, referente en el PSE-EE de la línea vasquista siempre identificada con Jesús Eguiguren, deja la primera línea de la política controlando públicamente su disgusto. Quiere irse de puntillas, evitando el portazo, pero le resultará imposible ocultar mucho tiempo su abierta desazón al verse abandonada a su suerte después de una curtida trayectoria. Esta defensora de la renovación interna del socialismo real, que prefiere a Carme Chacón antes que aAlfredo Pérez Rubalcaba, consejera de áreas tan nucleares en un Gobierno vasco como son Trabajo y Servicios Sociales, no tiene sitio preferente en las listas del 21-O. Decepcionada, se vuelve a dar clases.
No es una marcha por cansancio; es un abandono por desencanto. A Zabaleta le desagrada profundamente el inmovilismo interno del PSE-EE y prefiere irse. En realidad, como le ocurre al exalcalde de San sebastián y hoy diputado Odón Elorza, esta filóloga y catedrática de Lengua y Literatura nunca ha sentido la atracción por el poder que, al parecer, proporciona asentarse en el aparato de tu propio partido. Pero sí es verdad que en ocasiones ha ido demasiado por libre como para que nadie repare en desmarques así.
En un escenario sin violencia, con una deriva nacionalista de holgada mayoría en el nuevo Parlamento vasco según todas las estimaciones, el PSE-EE se queda sin un reconocido nexo de unión con el ámbito abertzale. ¿Tendrá incidencia? De entrada, está demostrado que el verso suelto de Zabaleta y Eguiguren siempre ha arrancado votos allá donde el socialismo tradicional jamás imaginó. Ambos comparten desde hace años la misma radiografía sobre el futuro político de Euskadi, aunque la consejera utilice mensajes menos estridentes.
Con la caída de Zabaleta a la retaguardia, la línea vasquista del PSE-EE se debilita evidentemente, pero solo en una apariencia formal. En realidad, será el punto de partida para crear desde la base un clima de pensamiento entroncado con la nueva realidad que llega a Euskadi para quedarse definitivamente. Eso sí, dispondrá, como hasta ahora, de un peso reducido y, por supuesto, supeditado a la suerte política de la línea mayoritaria que, de momento, identifican Patxi López y Rodolfo Ares.
Con todo, ante un abandono tan precipitado como sonoro, haría bien la dirección socialista en sustanciar si Zabaleta tiene razones políticas para dar este portazo. Bien es cierto que la urgencia electoral tampoco deja tiempos muertos para reflexiones intricadas que pueden dejar jirones en el desencuentro. Pero, sin duda, es un revés que altera la armonía y desempolva asignaturas pendientes, precisamente cuando llega el difícil momento de abandonar el Gobierno y la Administración y encontrarte con una realidad de ácida digestión.
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 7/9/12