Teodoro León Gross-El País
Un rasgo de esta generación es una idea muy pobre del país y una confianza mínima en él
Según Luis Garicano (líder europeo de Ciudadanos), un Gobierno con Podemos y el apoyo de ERC es “el fin de España”. Vaya, resulta que la penúltima voz de los liberales en activo coincide a pies juntillas con el obispo integrista Cañizares y su carta “¡Alerta! ¡Alerta!”, donde ve a España “en peligro y grave emergencia”. También coincide con la tropa de Vox: “Sánchez quiere reformar la Constitución para destruir España con sus cómplices separatistas”. Alevosamente, claro. El PP acaba de preguntar si está dispuesto “a vender España”, retomando el viejo mito carpetovetónico del felón, como llamó Casado a Sánchez, el maldito conde don Julián reencarnado, dispuesto a vender la patria para asegurarse su poder. La ironía es que, de algún modo, Garicano incluso coincide con Pedro Sánchez que también ha alertado sobre sus propios socios en curso durante meses.
El vaticinio del fin de España, o alguna clase de apocalipsis (Apocalypse Spain) es todo un clásico. Paradójicamente está alcanzado una intensidad bárbara en un periodo de prosperidad democrática muy alejado de la leyenda negra y el pesimismo ilustrado, con España en el pequeño grupo de democracias plenas según los principales rankings. Pero la confianza en la resistencia de este país que la derecha suele llamar “la nación más antigua de Europa”, puesto que todo nacionalismo fantasea, es más bien baja. Mariano Rajoy solía repetir que “España es una gran nación”, ya se le preguntara por la Política Agraria Común (PAC) o por la Champions, pero poca fe deben de tener quienes la ven en permanente riesgo de destrucción. De momento parecen creer menos en su resistencia que los propios indepes tras su barrabasada del 1-O.
¿Qué idea de España tienen los actuales líderes? Esa es una buena cuestión. No se trata de volver al fatigoso y recurrente debate de qué es España, que ya exprimió a cabezas más valiosas como Américo Castro y Sánchez-Albornoz. Va cansando volver al unamuniano “me duele España” o al “Aquí yace media España, murió de la otra media”… que por demás se diría que ya no nos retrata pero sí retrata cierta pasión española por no salir de ese conflicto eterno. Pero qué idea de España tienen los líderes del presente, tanto Sánchez, con sus enredos semánticos, como los demás. Y según su idea —diversa, unitaria, una, grande y poco libre, abierta, esencialista, federal, plurinacional, turborregionalista— cómo debería enfocarse la gestión del peligro.
Estaría bien saber la visión del PSOE, donde el ministro José Luis Ábalos se negaba a gobernar con quienes “ni siquiera comparten nuestra visión de España” pero ahora sí. Y cuál es la visión de España en la derecha, si hay algo más allá de nosotros o el caos. De momento parece que un rasgo de esta generación es una idea muy pobre de España y una confianza mínima en ella. Algunos parece que solo saben pensar en España para alertar, como heraldos negros, de su destrucción.