ABC 01/10/14
· La situación de la Generalitat es tan grave que ya no puede hacer frente a su pasivo
Dependencia comercial Solo las ventas catalanas al resto del Estado compensan el déficit comercial con el extranjero
El pasado lunes, de manera simultánea a la reunión con la que el Tribunal Constitucional (TC) tumbaba la consulta soberanista, la Generalitat presentaba el Libro Blanco de la transición nacional, una compilación de informes que pretenden demostrar la viabilidad de una Cataluña desgajada de España. Entre los informes sobresale el número 7 (de un total de 18), dedicado a glosar como sería el reparto de activos y pasivos entre Cataluña y España en caso de secesión; la primera, sostienen los asesores del presidente catalán, debería asumir una parte proporcional de la deuda del Estado siempre y cuando se la compensase con la misma proporción en forma de bienes.
El trabajo, curiosamente, obvia lo fundamental: las cifras que describen la sombría realidad financiera de una Generalitat que, si ahora mismo ya no puede hacer frente a su propia deuda, menos aún lo haría si a esta se le sumase la parte proporcional de la del conjunto del Estado. Según los últimos datos publicados por el Banco de España (correspondientes al segundo trimestre de 2014), Cataluña acumula un pasivo de 61.836 millones de euros, lo que equivale a un 32,1% de su PIB. Una «mochila» fiscal que, con los mercados cerrados a cal y canto, solo puede hacer frente con la asistencia de los préstamos del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) que proporciona el Estado.
Carga financiera
Sobre esta realidad, economistas y expertos llevan meses especulando sobre la capacidad de una Cataluña independiente para sobrellevar en solitario una carga financiera que en caso de separación se vería notablemente incrementada. Este asunto fue objeto de debate hace pocos meses en el Colegio de Economistas de Cataluña, donde el exdirector de la Bolsa de Barcelona, José Luis Oller, recordó que a los 60.000 millones de deuda propia el nuevo Estado debería cargar también con unos 180.000 millones de la del Estado (en proporción al peso de la economía catalana en el PIB de España), además de otros 50.000 millones por el pago de los bienes «españoles» en Cataluña. En conjunto, 290.000 millones de deuda, el 145% de su PIB, un volumen insostenible.
Incluso sin esa carga adicional –política ficción en cualquier caso–, el diagnóstico sobre el devenir financiero de la Generalitat es muy poco optimista, tal y como describió con total asepsia la agencia calificadora Fitch el pasado lunes. «Si el Estado retira su apoyo a Cataluña, el rating de la región se verá rebajado al menos dos escalones», hasta el nivel de «bono basura».
Frente al país de fantasía que dibuja el Consejo de Transición Nacional de la Generalitat –en la que el fin del «déficit fiscal» compensaría cualquier merma, aseguran–, la pregunta que tampoco respondieron los «sabios» de Artur Mas en su informe es cómo se ha llegado hasta aquí.
La tesis que expuso hace pocos días el presidente de la patronal CEOE, el catalán Juan Rosell, fue demoledora: «Una gestión catastrófica». Ciertamente, los números son demoledores. Frente a una deuda de 14.873 millones en 2006 (el 8,1% del PIB), los 34.697 millones de 2010 (17,8% del PIB), en el último año del Gobierno tripartito. Apenas cuatro años después –ya con gobiernos de CiU–, la cifra prácticamente se ha doblado, una base más bien de barro sobre la que construir la Cataluña independiente.
Números rojos
Si los números describen el quebranto de las finanzas de la Generalitat, la realidad comercial de Cataluña pone también sobre la mesa lo que para muchos sería una catástrofe económica en caso de divorcio. Así se deduce del último informe del Consejo de Trabajo Económico y Social de Cataluña (órgano asesor de la Generalitat), que constata que, pese a la cada vez más notoria internacionalización de la economía catalana, solo la profundísima relación comercial entre Cataluña y el resto de España permiten a la primera no caer en los números rojos.
El informe demuestra que son las ventas de Cataluña en el resto de España las que compensan el déficit comercial de la comunidad con respecto al extranjero. En el periodo 20082013, la balanza comercial catalana ha ofrecido un saldo positivo anual medio con respecto a España de 17.445 millones de euros, en contraste con el saldo negativo de 16.114 con respecto al extranjero. En conjunto pues un superávit comercial de 1.331 millones solo posible por la realidad de una España que sigue siendo el principal mercado de Cataluña.