Antonio Casado, EL CONFIDENCIAL, 27/7/2011
A la vista de cómo vaya el Consejo de Política Fiscal y Financiera, sabremos si la bandera nacional tapa o no tapa los agujeros en las cuentas públicas de las Comunidades Autónomas.
Pensado con parámetros políticos, insostenible con parámetros económicos en tiempos de vacas flacas. Vale para la UE y vale para nuestro Estado de las Autonomías. A la luz del mismo imperativo político: cargar con los pecados de otros, o encubrirlos, para salvar el conjunto. El paradigma económico también ha venido siendo el mismo durante la forja del llamado Estado del Bienestar: endeudamiento como herramienta política. E idéntica la tensión entre el deudor y el acreedor, que transfiere a los mercados el papel clásico de las democracias representativas: el de control-limitación del poder.
Ya sea Barack Obama reclamando un mayor umbral de gasto ante el Congreso norteamericano o Grecia rogando a sus socios europeos, y consiguiendo, toda clase de facilidades para ponerse al día. Con su telón de fondo inevitablemente político: la cohesión entre los ciudadanos y los territorios. Prestación de servicios al ciudadano viva donde viva. En Alemania, sin pedir prestado. O en Grecia, que gasta muchísimo más de lo que tiene, como California. Sin que se sepa en el segundo caso porque lo tapa una misma bandera (EE UU), mientras que es piedra de escándalo en el primero. Lo de Grecia no lo tapa la bandera azul de las estrellas (UE) al ser la unidad política (y fiscal) un simple esbozo, una vocación unitaria confesada pero no consumada.
En nombre de la descentralización y el reconocimiento de la diversidad territorial en España la Constitución de 1978 alumbró el Estado de las Autonomías. Y hoy, hoy mismo, a la vista de cómo vaya el Consejo de Política Fiscal y Financiera (órgano de coordinación económica del gobierno central con los 15 gobiernos autonómicos de régimen no foral), sabremos si la bandera nacional tapa o no tapa los agujeros en las cuentas públicas de las Comunidades Autónomas.
A la vista de cómo vaya el Consejo de Política Fiscal y Financiera, sabremos si la bandera nacional tapa o no tapa los agujeros en las cuentas públicas de las Comunidades Autónomas
No solo eso. Sabremos también, o nos haremos una idea muy aproximada, si ha llegado el momento de revisar el modelo autonómico en nombre de la eficiencia y la racionalización del gasto público. En todo eso puede desembocar el temido choque de trenes entre el Gobierno de Zapatero, representado por los vicepresidentes Salgado (económica) y Chaves (político) y las Comunidades gobernadas por el PP, cuyos consejeros acuden a la reunión con una postura común consensuada ayer en una cumbre de presidentes autonómicos con su líder nacional, Mariano Rajoy.
El bloque de consejeros conservadores quiere facilidades para liquidar o mitigar la deuda contraída con la Administración central (liquidaciones por dineros públicos anticipados a cuenta en 2008 y 2009 que, en aplicación del nuevo modelo de financiación autonómica, han resultado a devolver). Pedirán al Gobierno un aplazamiento a diez años para resolver sus problemas de liquidez. Y el Gobierno, que no anda sobrado de liquidez precisamente, ya ha dicho que nones por boca del secretario de Estado de Hacienda, López Carbajo. Porque necesita ingresos para alcanzar los techos de déficit público comprometidos (6% en 2011) y sobre todo, ay, porque quiere que las comunidades gobernadas por el PP (once de las quince de régimen no foral) asuman el coste político de las promesas incumplidas por falta de recursos.