Antonio Casado-El Confidencial
- Hartazgo, indultos, pandemia, ampliación de El Prat, mesa de diálogo, fin de los peajes y los fondos UE siembran la discordia entre los seguidores de la Cataluña una, grande y libre
Con frescura de debutante, ha dicho la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, que los catalanes tienen más prisa por ser felices que por ser independientes. Cierto. Sabedores de que lo del ‘procés’ no se repetirá, en este último ‘Onze de Setembre’ la ‘crida’ por la unidad del secesionismo no sonó como otras veces.
Hasta los jóvenes de la cantera llegaron a las manos en el sagrado recinto del Fossar de las Moreres. Y no solo ardieron las banderas de España. El fuego purificador alcanzó esta vez a una enorme foto de Sánchez y Aragonès, juntos por el diálogo y desde ayer en los papeles de traidor de oficio y traidor sobrevenido.
Hartazgo, indultos, pandemia, la ampliación de El Prat (malograda por ahora), fondos europeos (oxígeno para la economía), mesa de diálogo y el fin de los peajes han arruinado el fervor independentista sembrando la discordia entre los seguidores de la Cataluña una, grande y libre.
Con frescura de debutante, ha dicho la ministra portavoz que los catalanes tienen más prisa por ser felices que por ser independientes
Para desactivarlos, Sánchez no necesitaba inspirarse en el ‘divide y vencerás’ de Julio César. Se dividen solos. Aun así, Moncloa insiste en que la doctrina del reencuentro, en vísperas de la venidera mesa de diálogo Gobierno-Generalitat, debería empezar por los propios catalanes. Algo lejano, a la vista de la desunión reflejada en las tramas políticas del soberanismo.
Cosa distinta ocurre en las tramas sociales, convocantes de la manifestación de ayer en Barcelona (menos de 100.000 personas), hartas de que sus políticos, excluidos de la cabecera, digan y no hagan. «President’, haga la independencia», dijo Elisenda Paluzie (ANC) a Pere Aragonès. Pero a este le faltó la verbalización de un pensamiento innegociable a estas alturas: «Hazlo tú, que a mí me da la risa». El coloquialismo expresa mejor que nada el anunciado desenlace de una declaración unilateral de independencia: cárcel, autodestierro o inhabilitación.
Seguir pidiendo autodeterminación y amnistía es como orinar hacia arriba. Ese hallazgo ha llevado la desunión y el desaliento al independentismo. Una buena parte de sus seguidores, sobre todo neoconvergentes de Junts y radicales de la CUP, reniega de la mesa negociadora apadrinada por PSOE y ERC como palanca del reencuentro España-Cataluña mediante el diálogo del Gobierno central con la Generalitat.
Cunde el malestar en las dos fuerzas independentistas citadas, JxCAT y CUP, porque detestan la lógica autonomista, apuestan por la confrontación con el Estado ‘represor’ y no quieren que la ‘mesa’ proyecte la imagen de que el conflicto catalán está en vías de solucionarse. Un temor reiteradamente expresado por la presidenta del Parlament, Laura Borràs (JxCAT).
Justamente fue en las bases juveniles de ambas organizaciones, presentes en las manifestaciones de ayer, donde se escucharon los gritos de «traidor» dirigidos al líder de ERC, Oriol Junqueras, y al presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. Así rezaba una de las pancartas: «Tenemos un Gobierno que se dice republicano y se arrodilla en una mesa de traidores».
Descubrir que pedir autodeterminación y amnistía es como orinar hacia arriba lleva desunión y desaliento al independentismo
Quienes apuestan por la unilateralidad no comparten la utilización de la mesa de diálogo Gobierno-Govern como meta volante hacia la implicación de otros países en la convocatoria pactada de un referéndum de autodeterminación. Según la tesis republicana, con la comunidad internacional comprometida, el Gobierno de España no podría frenar la consulta.
Pero Sánchez no está por la labor. Invita a los independentistas a aprender de sus errores e insiste en recordarles el marco de la Constitución como perímetro legal indesbordable. ‘Ergo’, la independencia nunca será una opción sin previa reforma constitucional. Y para eso hay que picar mucha piedra.