Antonio Casado-El Confidencial
- Se confirmaron los peores temores: Sánchez eligió el bando de los enemigos del Estado y la ministra Robles, el de Sánchez
Desalentador. Se confirmaron los peores temores. Sánchez eligió el bando de los enemigos del Estado y la ministra Robles, el de Sánchez. Ya hay una cabeza de turco para responder al ‘España nos espía’: la directora del CNI. Funcionó por enésima vez el pensamiento oportunista. Y finalmente la indignidad fue el precio del atornillamiento al sillón. Es lo que hay.
Con su resistencia a presentar la dimisión, Paz Esteban se quedó en el bando de la dignidad. Nadie ha podido acusarla de hacer mal su trabajo. Han tenido que destituirla. Y se equivoca Sánchez si cree que su decisión no dejará huella en un régimen de opinión pública y libre circulación de ideas. La gente no es idiota. Querer embaucarla con frases enlatadas y versiones infantiles sobre la caída de Paz Esteban será una fuente de problemas venideros para los teólogos de la Moncloa.
Mal día para los votantes del PSOE, los primeros sufridores por la penosa imagen de un Gobierno acobardado ante las exigencias del independentismo. Que el andaluz Juan Espadas desmienta, si no, los malos tragos que le esperan cuando tenga que explicar lo inexplicable en vísperas del 19 de junio.
¿Les va a contar a sus votantes que la caída de Paz Estaban no es una destitución, sino una sustitución aconsejada por un CNI más eficiente ante las nuevas amenazas cibernéticas? ¿Y que la caída de Paz Esteban nada tiene que ver con la necesidad de calmar la ira del independentismo catalán y la parte del Gobierno, por lo que ambos consideran guerra sucia del Estado contra sus adversarios políticos?
Mal día para los votantes del PSOE, los primeros sufridores por la imagen de un Gobierno acobardado ante el independentismo
“El Gobierno tiene la conciencia tranquila”, dijo ayer el ministro de la Presidencia en la sesión de control del Senado. Lo más lacerante fue ver cómo Félix Bolaños se abona al clamor de los ofendidos por el “¡qué escándalo, aquí se espía!”, cuando hacen votos para que lo del espionaje no vuelva a ocurrir.
Otros, por el contrario, esperamos que lo de vigilar a enemigos del Estado, en legítima defensa y en un marco de estricta legalidad, se repita tantas veces como sea necesario en aplicación de los protocolos habituales de cualquier democracia consolidada. Si no, estaríamos reconociendo que el CNI es una herramienta perversa, una cloaca del Estado, un cachivache innecesario. Justo lo que dicen quienes aplauden que el Gobierno les haya puesto en bandeja la cabeza de Paz Esteban.
Hablamos de una veterana servidora del Estado. Ni Robles, ni Bolaños ni la ministra portavoz le han reprochado haber hecho mal su trabajo. Si Esteban pecó de algo fue de no haber sido más explícita en los motivos de las intervenciones telefónicas a 18 dirigentes políticos y sociales del activismo secesionista, aunque los motivos razonados, junto a las adjuntas autorizaciones del juez, estuvieron a disposición de los miembros de la comisión de secretos oficiales el jueves pasado.
¿Acaso los secesionistas son intocables figuras que se acogen a una especie de ‘excepción ibérica’ en el trabajo propio del CNI?
La directora del CNI, ahora ofrecida en sacrificio a las exigencias del presidente de la Generalitat, se limitó a cumplir con su deber de espiar con autorización judicial a quien, como el propio Pere Aragonès, uno de los espiados legalmente, encajaba a la sazón en el perfil de alguien que “vulnera la Constitución, declara la independencia, organiza desórdenes públicos y tiene relaciones con un país que está invadiendo Ucrania”, según la doctrina de la ministra de Defensa.
¿O acaso los secesionistas van de intocables figuras que se acogen a una especie de ‘excepción ibérica’ en el trabajo propio del Centro Nacional de Inteligencia, que con tanta precisión describió Margarita Robles en sede parlamentaria el miércoles pasado?