Tonia Etxarri-El Correo

Cuando el comisionista Víctor Aldama salió de prisión porque la Fiscalía Anticorrupción y el juez instructor dieron verosimilitud a sus declaraciones autoinculpatorias y acusatorias para el entorno de Pedro Sánchez ya advirtió al presidente del Gobierno que no se preocupara, que aportaría pruebas de sus acusaciones. Y fue lo que hizo ayer ante el Tribunal Supremo. Presentar documentación comprometedora, en dosis calculadas, sobre pagos de comisiones por adjudicación de contratos millonarios de obras públicas, entre otros datos. El delincuente confeso dejó, negro sobre blanco, la situación meridianamente clara: donde hubo corruptor aparecen los corrompidos. Son dos caras de la misma moneda. Con mordidas y pagos en negro. Y vuelven a salir a la palestra los nombres de Koldo García, José Luis Ábalos y Santos Cerdán. No se ha librado ni el ministro Ángel Víctor Torres aunque no aportó, en este caso, documentación precisa sobre sus acusaciones relacionadas con pisos de citas. Tampoco el jefe de gabinete de María Jesús Montero, Carlos Moreno, por quien la vicepresidenta sigue poniendo la mano en el fuego.

Con este menú se inició ayer la semana del vía crucis judicial que el presidente del Gobierno va a tener que soportar (con la citación de su esposa incluida) sin encontrar, de momento, otra salida más ocurrente que los preparativos de su año ‘franquista’ para el 2025. Porque la estrategia de deslegitimar a los jueces está pinchando en hueso. El victimismo no hace mella entre lo servidores de la Justicia. La conjura de la conspiración («van a por ti, Pedro») no está funcionando. Por mucho que el presidente del Gobierno se ponga en modo Puigdemont o Junqueras, que se consideran víctimas de los jueces porque ellos reclaman, desde su trono, impunidad.

Queda mucho por desvelar todavía sobre la trama de Koldo-Ábalos. Aldama está obligado a comparecer ante el juez cada quince días y se dosifica mientras la UCO continúa con sus investigaciones. Y en el PSOE, conscientes de que han perdido el control de la agenda política, prefieren rehuir de declaraciones que a la postre se les puede volver en su contra. Han pasado de negar que conocieran al comisionista a rumiar que la imagen en la que aparece Aldama, reunido junto al ministro Ábalos en la zona noble de la sede de Ferraz, es «tan sólo una foto». Pero esa imagen tiene el valor de contradecir la negación de Santos Cerdán que mintió cuando dijo que el comisionista no había pasado nunca del hall de la sede del partido.

De Aldama dependerá que la trama se quede cortocircuitada, o no, en Koldo y Ábalos mientras el PSOE lo niega todo. Porque sus acusaciones traspasan ese fuego. Irán apareciendo datos. En calculadas dosis. Tuvo acceso a la esposa del presidente, Begoña Gomez, fue el muñidor del rescate de Air Europa y de la siniestra visita de la vicepresidenta venezolana, Delcy RodrÍguez. Quien tiene que valorar la credibilidad de sus declaraciones es la Justicia. Todo lo demás, será propaganda.