No se trata sólo de dudar si la sociedad vasca quiere de verdad la paz. Se debe preguntar si la operación a la que estamos asistiendo es transmutar a ETA para que ETA siga viva. Y esa transmutación puede permitirle a la sociedad vasca seguir con su buena conciencia de siempre.
Bastantes veces hemos podido leer, e incluso escuchar, a Kepa Aulestia decir que ETA no necesita un comité político pues todos los que hablamos de ETA y comentamos sus decisiones y documentos somos su comité político y le facilitamos su trabajo. Se podría añadir a esta intuición tan correcta que a ETA y Batasuna les basta con poner el punto, como a los bertsolaris en las fiestas de los pueblos o en los campeonatos, y raudos acudimos todos a completar el verso. A ETA y Batasuna les basta con cortar y pegar lo que, a incitación suya, decimos los demás, para tener su discurso político preparado.
En ésas estamos también ahora, y de qué manera. Expectantes a ver si Arnaldo Otegi es liberado y, con su carisma en libertad, dirige a Batasuna, y a través de sus planteamientos a ETA, a la nueva tierra prometida de la verdadera democracia que llegará, por supuesto, cuando ellos digan que lo ha hecho. A lo que ellos llaman verdadera democracia, y que el resto de los mortales, menos unos pocos, llaman paz. Y, en el marco de esa expectativa, analizamos cada palabra, cada gesto, cada sentencia, cada reacción a la sentencia, cuántas palabras serán suficientes para que sean creíbles, para que, por fin, podamos descansar y abrazar la tan deseada paz. Incluso hay quien se atreve a celebrar por anticipado la fiesta de la reconciliación y el perdón.
Los expertos nos ayudan a entender lo que está sucediendo, cómo se va produciendo el advenimiento de este tiempo nuevo, cuyos actores, no lo dudemos, son Batasuna y ETA, Arnaldo Otegi y ‘Josu Ternera’. Escudriñamos el horizonte para ver si y cómo llega la tregua de ETA. Y la esperamos tanto que, al final, nos conformaremos con cualquier cosa con tal de que se cumpla el enésimo plazo que nos han dado. Y nos olvidaremos de preguntar, porque nos han dicho que no lo preguntemos, por qué Batasuna no rompe de una vez con ETA, especialmente ahora que ETA está tan débil -aunque alguno escriba, con mucha razón, que no lo hace porque será como romper con toda su historia, como quedarse sin identidad propia-.
Y si a ETA/Batasuna le interesa que pensemos que ETA son solo los comandos, y solo cuando atentan, criticamos a aquéllos que piensan que todo es ETA. Pero cuando a ETA y Batasuna les interesa que creamos que ETA es mucho más que los comandos, que es manifestación de un ‘conflicto’, que forma parte de la mayoría social, que responde a algo que sienten miles y miles de votantes, entonces sí pensamos que ETA es ETA y mucho más que ETA, porque ETA es parte importante del nacionalismo y de la sociedad vasca.
Nos dicen que tenemos que creer que esta vez va en serio, que Batasuna se ha autonomizado frente a ETA, que ya no le pregunta a ETA lo que tiene que escribir, sino que se lo dicta. El subrayado está en que eso se produce ahora, que es la primera vez que ello sucede. Pero nos ponemos todos contentos porque una sentencia de la Audiencia Nacional establece que en 2004 Otegi, Permach y Álvarez ya eran autónomos frente a ETA, eso sí, por vía de ignorancia: participaban de actores principales en un acto de cuya organización completa no tenían ni idea, y eso que aún no habían alcanzado la autonomía que ahora nos dicen haber alcanzado. Probablemente eran solo teloneros sin saber que lo eran. Y nosotros tan crédulos, nosotros tan contentos: los teloneros solo hacían política, y la política no se puede perseguir judicialmente -lo decimos nosotros que somos más demócratas que nadie-, aunque el cantante principal seguía siendo ETA y su terror. Pero los teloneros, los pobres, ¡no sabían nada!
Porque lo importante es que ahora la sociedad vasca, toda ella, quiere la paz, quiere que ETA dé el paso, que Batasuna se incorpore a las vías exclusivamente políticas. La sociedad vasca, toda ella, quiere que desaparezca ETA. Dejemos de lado lo que esta afirmación afirma: que hasta ahora la sociedad vasca, toda ella, no ha querido que ETA desaparezca. No nos pongamos puntillosos. Ahora la sociedad vasca sí quiere que ETA desaparezca.
Sea permitido formular, con todo respeto, una duda: ¿no será que detrás del deseo de paz se esconde el deseo de no tener que enfrentarse a su historia ante el terror, los asesinatos, las víctimas? ¿No será que paz significaría lo mismo que pasar página, olvidar lo que quizá no ha sido más que un mal sueño?
Pero la duda debe ir más allá. No se trata simplemente de dudar si la sociedad vasca quiere de verdad la paz, o si lo que desea es olvidarse de este embrollo que ha sido, y sigue siendo, ETA. Se debe preguntar si la operación a la que estamos asistiendo bajo el epígrafe de que la sociedad vasca quiere esto o lo otro es transmutar a ETA para que ETA siga viva. Y esa transmutación puede permitirle a la sociedad vasca seguir con su buena conciencia de siempre.
Continuar con ETA para terminar con ETA. Es la mejor manifestación de que realmente no queremos que ETA termine. Queremos que ETA deje de ser un trastorno. Queremos que ETA deje de darnos la lata, de que por ella tengamos que preguntarnos qué hemos hecho, dónde hemos estado, cómo hemos actuado con las víctimas. Pero no queremos que el proyecto político de ETA desaparezca, no queremos que las víctimas asesinadas nos griten desde su obligado silencio que el proyecto de ETA es imposible, que está condenado en cada uno de los asesinados. No queremos tener que condenar toda la historia de terror de ETA. Por eso es verdad que Batasuna no puede romper con ETA, porque son lo mismo, porque les une la identidad en la historia de terror.
Y la prueba de este no querer es que hablamos de paz en lugar de hablar de libertad. Pero ETA nos ha robado la libertad, no nos quería, y no nos quiere libres, y por eso nos ha declarado la guerra. Yo no quiero la paz. Quiero la libertad de poder ser vasco como quiera o como pueda, sin que el Aralar de turno me venga a decir que alguien quiere españolizar la sociedad vasca. Me pregunto qué entiende Aralar por pluralismo vasco, si pretende que lo español, lengua, cultura, sentimiento de pertenencia compartido, mezcla, participación en una historia en buena parte común, desaparezca de la realidad social vasca.
Ante esta supervivencia de ETA, hay que reclamar libertad y democracia.
Joseba Arregi, EL DIARIO VASCO, 18/12/2010