Alberto Ayala-Rl Correo

La Encuesta de Población Activa (EPA) proporcionó ayer a Pedro Sánchez todo un respiro tras vivir las semanas más complicadas de su mandato con la entrada en prisión provisional de su anterior secretario de Organización, Santos Cerdán, acusado de corrupción, al igual que su predecesor en el puesto, José Luis Ábalos, todavía en libertad.

Y es que la economía española se sigue mostrando como la más robusta de la Unión Europea, con un crecimiento muy superior al de sus vecinos. Ello ha conducido al mercado laboral de nuestro país a un nuevo récord. Según la EPA, España ha superado en el segundo trimestre por primera vez los 22 millones de trabajadores. Y el paro ha vuelto a caer hasta el 10,29%, el porcentaje más bajo desde 2008.

Todo un alivio para Sánchez, de regreso de su miniturné latinoamericana, pero que no modifica las dificultades en que se halla el Gobierno progresista para continuar su mandato. No digamos ya llegar a 2027.

Sánchez sabe que a la vuelta de las vacaciones no le esperará una moción de censura de Feijóo apoyada por Vox. Y es que, por ahora, ni Junts ni el PNV unirían sus votos a los de la ultraderecha para que prosperara. Es decir, que el presidente tiene garantizado seguir en el poder, si el escándalo Cerdán-Ábalos-Koldo no alcanza a la financiación del PSOE. Pero no gobernar.

El Gobierno progresista ha podido vivir estos años sin Presupuestos por la llegada de ingentes cantidades de fondos europeos. Bruselas transferirá pronto la última entrega. Eso significa que si Sánchez no logra que el Parlamento dé luz verde a las Cuentas del Estado para 2026, su Ejecutivo no podrá mantenerse hasta 2027. Aún ni ha planteado el techo de gasto ni cuenta con apoyos para sacar adelante el Presupuesto.

Si a ello añadimos que Podemos y Junts muestran cada día menos reparos en unir sus votos a PP y Vox para tumbar propuestas relevantes del Gobierno, como ha sucedido esta semana con el ‘decreto antiapagones’, cada vez parece menos descabellado pensar en que las elecciones generales terminen por adelantarse a 2026.

En este momento esta hipótesis supone tanto como poner fecha al regreso de la derecha al poder. Y es que los últimos escándalos han hundido la intención de voto del PSOE, han mejorado levemente la del PP y han disparado la de la ultraderecha. Sumar sigue bajo mínimos.

Falta por esclarecer hasta dónde llega el escándalo Montoro. Hasta qué punto desgasta al PP dada su enorme gravedad. Si el temor de ciertos sectores sociales a la llegada de Feijóo a La Moncloa de la mano de Vox y con un discurso cada vez más próximo al de la ultraderecha en materia migratoria saca de la abstención a parte del electorado progresista. Y si la izquierda plurinacional (ERC, Compromís, EH Bildu y BNG) llega a un hoy por hoy improbable acuerdo para concurrir juntos a los comicios, lo que les podría reportar una decena de escaños añadidos a lo que ocurriría de ir por separado. Si estas variables no operan contra Feijóo, Sánchez iniciará en septiembre su último año en el poder.