Todo el mundo se tunea: el que no se maquilla el expediente se cambia los apellidos para acrecentar su pertenencia al pueblo elegido. Si lo hacen los demócratas, no exacerbemos la crítica con los terroristas. Se trata sólo de impedir que se salgan con la suya. La Universidad española es presencial y la condición de preso, no muy compatible con las prácticas. Para esos casos está la Uned.
Los etarras presos han tuneado históricamente los papeles que pueden hacerles acreedores a una libertad anticipada. José Ignacio de Juana se ahorró un montón de días de cárcel gracias a los méritos académicos que le acreditan sus estudios de Enfermería; a los merecimientos intelectuales que le supuso la edición de un libro -un diario carcelario titulado Días- y su traducción al euskara, que descontó otro tanto; amén de otros beneficios penitenciarios no aplicables a los reclusos que hubieran participado en intentos de fuga, habilidad en la que Iñaki de Juana es casi tan reincidente como en huelgas de hambre. La primera vez, en la cárcel de Herrera de la Mancha, el 2 de marzo de 1990; la segunda, en la de Cádiz, en abril de 1992, ambas con helicóptero.
No es que uno quiera ponerse muy estricto o enjuiciar el asunto desde un punto de vista moral. Reprocharle a alguien como De Juana Chaos, un asesino que ha reincidido 24 veces, la falsificación de unos méritos es como quejarse de que Hannibal Lecter se muerde los padrastros. La primera sorpresa de Luis Roldán fue haberse declarado licenciado en Ciencias Económicas e Ingeniería Industrial. Lo mismo hizo un asesor de los primeros tiempos de Ibarretxe con sendas licenciaturas en Derecho y Ciencias de la Información, aunque éste no metió la mano en el cajón de los fondos reservados ni en ningún otro. Hoy son decenas los dirigentes de partidos que alegran su currículo con vistosas expresiones como «estudios de Ingeniería Industrial» para decir que se matricularon en Peritaje. Si lo hacen los demócratas, no hay por qué exacerbar la crítica por que les imiten los terroristas. Se trata sólo de impedir que se salgan con la suya. La Universidad española es presencial y la condición de preso, es lo que tiene, no es muy compatible con las prácticas y tampoco te permite acudir a las rebajas de El Corte Inglés. Para esos casos está la Uned.
La que fue miembro de la Oficina Política de ETA, Elena Beloki, cursó estudios de Periodismo entre los años 1986-1992 con mucho aprovechamiento y varias matrículas de honor, hecho muy meritorio si tenemos en cuenta que su paso del ecuador fue de la clandestinidad a una cárcel francesa. La Fiscalía halló «indicios racionales de falsificación», bien en los exámenes, bien en las actas, pero nada pudo hacerse por haber transcurrido desde los hechos los 10 años, que son el plazo de la prescripción.
Licenciatura in vitro, podría llamarse la figura, que en el caso de Beloki era premonitoria puesto que ha conseguido la libertad provisional bajo fianza para recibir tratamiento de fertilidad hospitalario, gracias a un informe médico en el que se dice que la cárcel no facilita las condiciones psicológicas adecuadas para un embarazo presencial.
Todo el mundo se tunea, y el que no se maquilla el expediente se cambia la grafía de los apellidos para acrecentar su pertenencia al pueblo elegido, o adopta como propia la lengua que no habla. Josefa Egüés Hernández se llamaba la esposa de Luis Arana Goiri, el hermano mayor de Sabino que le hizo comprender en el primer Aberri Eguna de la historia que él no era español, le sacó de «las tinieblas extranjeristas», por decirlo con palabras del propio Sabino, y le hizo ver «el rostro puro y terrible de su patria», que habría escrito con mucha más propiedad el poeta Blas de Otero. Preocupado por su origen aragonés, Luis Arana le cambió los apellidos por Eguaraz Hernandorena. El valle de Egüés está en Navarra (dentro de la Vizcaya sabiniana), pero él no debía de estar muy puesto en geografía.
Santiago González, EL MUNDO, 30/7/2008