Santiago González-El Mundo
PODEMOS colgó un tuit de su juez Yllanes sobre inmigración: No está mal lo del ‘Aquarius’, pero debe acompañarse de un cambio de políticas de inmigración: «No se puede acoger y mantener concertinas en las fronteras del sur, los CIE abiertos y las devoluciones en caliente». Para eso está Ximo Puig, el hombre que se tuneó el currículum y que paga a cada inmigrante sin papeles 532 euros con el dinero de sus administrados: «La Comunitat Valenciana es esto y no ‘Gürtel’. Hoy somos la imagen de la acogida, la solidaridad y la dignidad en Europa».
Manuela Carmena anunció por tuit que el ayuntamiento ofrecía alojamiento para 20 familias. Toni Cantó se asombraba: te tiras años con una pancarta gigante ‘Welcome refugees’ y a la hora de la verdad solo te caben 20 familias, un máximo de 100 personas.
Rufián, otro que tal, es un solista ideal en el rebuzno: «Un buque de rescate navegando a la deriva frente al silencio cómplice de la UE». La burricie de este tipo es espectacular. Un buque a la deriva es un barco sin gobierno, a merced de las olas, las corrientes y el viento, lo que no es el caso. Pero si les llega gente de Cádiz, como Inés Arrimadas, no queda más remedio que soltarles a Núria de Gispert para que las ahuyente a rebuznos. Don Rodrigo afinó el trino para explicarlo: «Hay que acoger extranjeros en Barcelona y echar a los andaluces, colonizadores de raza inferior».
Mientras, Pedro Sánchez, recreándose en la suerte, estudia la posibilidad de ir a Valencia a recibir a los inmigrantes del ‘Aquarius’. Quiere ir a reflejarse en un acto que le devuelve la mejor imagen de sí mismo y la proyecta hacia su público. Es la sentimentalidad de la izquierda, retratada como nadie por Milan Kundera: «Allí donde habla el corazón es de mala educación que la razón le contradiga. En el reino del ‘kitsch’ impera la dictadura del corazón». Pedro es todo corazón y se trata de enfatizarlo. De ahí el trino, tan desabrido como exacto de Philmore A. Mellows: «No es humanidad lo que mostráis. Es exhibicionismo sentimental, hermano bastardo de la bondad. Y dais bastante asco en general».