Javier Tajadura Tejada-El Correo

Catedrático de Derecho Constitucional en la UPV/EHU

  • El acoso a la independencia judicial, el procesamiento del fiscal general, la ley de amnistía y el fracaso en la lucha contra la corrupción revelan la gravedad de la crisis

La Comisión Europea publicó la semana pasada el informe sobre la situación del Estado de Derecho en España. El informe está redactado en términos puramente descriptivos. Ahora bien, la sucesión de escándalos y anomalías que el informe reproduce pone de manifiesto que la Unión Europea es consciente de la situación crítica que atraviesa el Estado de Derecho en España. La mera descripción de la situación refleja bien su gravedad y lleva implícita su negativa valoración. Sobran los comentarios.

Entre los muchos problemas que el informe aborda, hay cuatro que merecen una especial atención: la erosión de la independencia del Poder judicial, la situación del Ministerio Fiscal, la aprobación de la ley de amnistía y el fracaso absoluto en la lucha contra la corrupción.

Por lo que se refiere a la independencia judicial, el informe comienza reconociendo que se ha producido un avance positivo con la renovación del Consejo General del Poder Judicial pero -un año más- vuelve a denunciar la forma de elección de sus miembros. El Informe vuelve a incluir la recomendación de que «se tengan en cuenta las normas europeas sobre los consejos del Poder Judicial». Esas normas obligan a que la mayoría de sus miembros sean elegidos por los propios jueces. El Gobierno y sus aliados parlamentarios llevan años incumpliendo esa recomendación fundamental.

El informe también vuelve a insistir en que se refuerce el estatuto del ministerio fiscal teniendo en cuenta las normas europeas sobre su independencia y autonomía. En ese contexto, deja constancia de una situación incompatible per se con el Estado de Derecho: el procesamiento del Fiscal General del Estado.

Respecto a la ley de amnistía, el informe se limita a recordar que están pendientes de resolución cuatro cuestiones prejudiciales ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, aunque Bruselas insistió ayer en que la ley «no parece responder» al interés general, sino a un «acuerdo político» para la investidura de Pedro Sánchez, y que la «Comisión ya ha valorado su significación desde el punto de vista del derecho de la UE». No se incluye el contenido de esa valoración, que fue negativa. La Comisión Europea denunció entonces que la amnistía era una «autoamnistía» que no estaba justificada por razones de interés general y que no cumplía con ninguna de las exigencias de la Comisión de Venecia.

Finalmente, por lo que se refiere a la corrupción, el mismo documento denuncia que no se haya hecho absolutamente nada para combatirla. El informe reconoce que la percepción de la corrupción «ha aumentado considerablemente en los últimos cinco años» y que ni siquiera «se ha empezado a elaborar la estrategia nacional contra la corrupción que la ley exigía se aprobase para septiembre de 2024». En este contexto, denuncia cómo en España «la contratación pública, la financiación de los partidos, los proyectos de infraestructura y los contratos de servicios públicos son sectores clave con un riesgo elevado de corrupción». Ello explica que el 40 por ciento de las empresas españolas consideren que la corrupción les ha impedido ganar en los últimos tres años contratos o licitaciones públicas (la media europea es del 25 por ciento).

Al día siguiente de la publicación del informe, el presidente del Gobierno aseguró en el Congreso que «se han hecho muchas cosas» para combatir la corrupción y que esta es menor que en el pasado. La Comisión Europea sostiene lo contrario. A lo que podemos añadir que sí se ha hecho mucho para fomentarla, reduciendo los recursos materiales y humanos para luchar contra ella. La Unidad de Delincuencia Económica de la policía ha visto reducidos sus efectivos y la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil tampoco ha sido reforzada. Y nada se ha hecho -como denuncia Elisa de la Nuez (Fundación Hay Derecho)- para combatir la raíz última de la corrupción: «La falta de un sector público profesional y neutral» con especial mención a las empresas públicas.

La situación del Estado de Derecho en España es grave por la situación que se describe en estos cuatro puntos. Sin embargo, al margen de volver a reiterar sus «recomendaciones» continuamente incumplidas, la Comisión no ha dado el paso de instar al Gobierno a poner fin al acoso a la independencia judicial. Cabe recordar que en el caso de Polonia, todo cambió el día en que las asociaciones judiciales acudieron directamente a Bruselas a exponer la deriva iliberal de su gobierno ultraderechista. Nuestras asociaciones de jueces acaban de ir a la capital comunitaria para denunciar dos medidas incompatibles con el Estado de Derecho: el nombramiento de mil jueces y fiscales sin necesidad de superar la preceptiva oposición y la atribución a la fiscalía dependiente del Gobierno de la facultad de instruir los procesos penales. Como defensora del Estado de Derecho, la Comisión Europea debería exigir al Gobierno la inmediata paralización de estos proyectos legislativos.