Ignacio Camacho-ABC
- El ciclo electoral de este año puede ser el del demarraje que sentencie la carrera… si el PP no se empeña en perderla
Arranca un año electoral, con dos autonómicas y una posibilidad remota aunque verosímil de generales, y el viento de invierno sopla en contra de Sánchez. El presidente, que en mayo cumplirá su primer cuatrienio en el poder, aún puede considerar un éxito que su continuidad esté en el aire pese a las evidentes señales de un desgaste suficiente para tumbar a cualquier gobernante en condiciones políticas normales. Si aún tiene opciones es por la tradicional tendencia del adversario a autolesionarse. Las encuestas registran un notable desplazamiento de más de un millón de votos a la derecha, pero el PP da la impresión de estar a punto de desperdiciar la escapada buena, el demarraje decisivo que sentencie la carrera. Casado se está poniendo palos en sus propias ruedas con una descabellada disputa interna que le hará tanto más daño cuanto más tarde en resolverla. Aun así, sendas victorias en Castilla y León y en Andalucía podrían desequilibrar definitivamente la correlación de fuerzas y dejar las cosas de tal manera que el Gobierno sólo pudiese ganar las legislativas, sean cuando sean, si el adversario se empeñara en perderlas. Hipótesis nunca descartable habida cuenta del temblor de piernas que le suele entrar a los populares cuando se ven cerca de la meta.
El marco de las elecciones, también el de las regionales, será con toda seguridad una suerte de plebiscito sobre el sanchismo, que a día de hoy el Gabinete de coalición tiene perdido por culpa de sus recurrentes mentiras, su sectarismo y sus pactos con los separatistas catalanes y Bildu. Sin embargo el gran error que acecha a la oposición es el de confiar sólo en el suicidio de un Ejecutivo que cuenta con un descomunal aparato propagandístico a su servicio. La única forma en que Casado puede consolidar su ventaja consiste en presentar desde ya un proyecto alternativo que los españoles todavía no han visto más allá de algunas promesas derogatorias y de genéricas proclamas de constitucionalismo. Un proyecto y un equipo que no hace falta que sea homogéneo ni unívoco sino competente, eficaz y comprometido. A tal efecto es mal negocio, por mera ecuación de coste/beneficio, comenzar devaluando sus mejores activos.
El desplome de Cs y la absorción de sus cargos no van a bastar, por más que tengan influencia determinante en la asignación provincial de escaños. Lo que los sondeos indican es que hay varios cientos de miles de votantes socialistas decepcionados, y mirando de reojo a Vox será difícil captarlos. El flanco de Abascal es inabordable, hermético, blindado, de tal modo que el PP necesita ampliar su espacio por el lado contrario. Luego, si hay mayoría liberal-conservadora, ya llegará el momento de hacer -o no- pactos. Pero la ausencia de un modelo distinto de liderazgo y de un programa para dirigir el Estado es la oportunidad que Sánchez está esperando para esquivar el desahucio.