- Alguien tendrá que señalar en los parlamentos a los partidos periféricos como lo que son: lobbies de naturaleza clasista y extractiva que trabajan contra el bien común, contra los símbolos y la lengua comunes, contra nuestra historia y contra nuestra autoestima
Levanto humildemente el dedo para preguntar. ¿Es posible defender un proyecto nacional diferente al de los partidos del turnismo? ¿Está permitido? Porque uno ya no sabe. ¿Hay que dar por normal que se insulte, desde medios con vocación moderada, a un partido que respeta y defiende las reglas del juego democrático? ¿Hay alguien a bordo del periodismo mainstream (que no es lo mismo que la prensa mainstream) capaz de distinguir entre propuestas de cambio radical vía reforma constitucional y materialización de cambios inconstitucionales vía hechos consumados? ¿Cabe esperar que alguna vez sientan un poco de vergüenza los que tienen a los segundos por perfectamente legítimos, homologables, democráticos y hasta deseables como socios, mientras escupen a los primeros y alimentan su cosificación (paso siempre previo a la violencia)?
Los patriotas españoles se organizan porque están en su derecho. Se articulan con los leales a otras patrias para defender intereses comunes. El sueño europeo era ese, no la distopía vonderleyana. Si consideras que es tu proyecto el que quiere y puede enfrentarse al declive de España y de Occidente, ¿podrás explicarlo, reunirte, darle la máxima difusión a ese mensaje y contrastarlo con el resto de proyectos políticos españoles? También será una obligación civil, política y patriótica denunciar con toda claridad —si es que esa es tu visión— la impotencia de los otros dos proyectos nacionales. Una impotencia contrastada. Denunciar que el uno no regenera las instituciones ni siquiera cuando gobierna con mayoría absoluta, ergo nada podemos esperar de él quienes deseamos para España transformaciones reales. Denunciar que el otro ha situado a nuestra Nación y sus intereses en línea con los clásicos caudillos autoritarios a la venezolana, ya definitivamente solapados con los grandes cárteles de la droga. Y que ha despertado un espíritu fratricida olvidado, trayendo de vuelta el guerracivilismo; que ha colonizado las instituciones; que está eliminando la clase media con paguitas, bonos y demás dependencias de economato; que tiene atemorizado, y aun aterrorizado, al empresariado.
Alguien tendrá que señalar en los parlamentos a los partidos periféricos como lo que son: lobbies de naturaleza clasista y extractiva que trabajan contra el bien común, contra los símbolos y la lengua comunes, contra nuestra historia y contra nuestra autoestima. Porque lo cierto es que los dos partidos turnistas no lo señalan, no lo expresan, más bien lo toleran y comprenden. Y eso es porque su experiencia ha sido la que ha sido: a esas formaciones chantajistas, cultivadoras de las desigualdades entre ciudadanos, y a veces golpistas, las han necesitado para gobernar. En el caso de los socialistas, su proyecto ha pasado, con el sanchismo, a compatibilizarse con los de la antiespaña. En el caso de los populares, creen tener derecho a ocupar en exclusiva todo el espacio que no es de izquierdas; por eso siguen empeñados en exterminar a Vox. ¿Y luego? Contar con el PNV y los golpistas catalanes, tan legítimos. Ante la cerrazón de los caducos, a Vox solo le queda una opción, y no es precisamente desaparecer.