La España de Pedro y Pablo

SANTIAGO GONZÁLEZ-El Mundo

Ya va siendo hora de analizar sin prisas y con pocas pausas qué hay de verdad en el fin del bipartidismo que con tanto empeño se había anunciado por los líderes de los partidos emergentes y por la mayor parte de los medios. Nunca habíamos sido como el Reino Unido y mucho menos aún como Alemania, que llevaba el bipartidismo hasta la grosskoalition. Aquí, los dos grandes se disputaban en las urnas el honor de tener como socios a los nacionalistas periféricos cuando todavía no eran golpistas.

La portavoz Celaá vino a explicarlo con su parla desprejuiciada. Fracasada la propuesta de que los podemitas metieran en el Consejo algunos nombres con más perfil técnico que político (como Carmen Calvo, supongo), Isabel Celaá abogó por volver a la casilla de salida, como si hubieran caído en la casilla de la calavera en el juego de la oca. Pablo Iglesias, a quien la portavoz llamó ‘Julio’ en la rueda de prensa del viernes, propuso una melonada, que le fue afeada como tal por Teresa Rodríguez y por Ramón Espinar: someter a consulta entre su peña si prefieren un gobierno de coalición o uno en el que no toquen pelo. Es evidente que votarán al primero como un solo hombre y mujer. Pedro se ha cabreado en la creencia de que era una maniobra de presión de Pablo. Un error. Debió contraatacar consultando a las bases socialistas (la militancia lo llaman ellos) si quieren un Gobierno con bicho podemita dentro o sólo integrado por honestos socialistas. Yo propondría como alternativa un debate entre lo mejor que tienen en casa los dos líderes: la Africana y la Marquesa, y que gane la mejor.

Sostiene Celaá que primero hay que acordar el programa y luego, ya si eso, los nombres de las ministras. Pero hombre, mujer, hace ya muchos años que yo bauticé los congresos de su partido como cocidos maragatos por el hábito creado hace 30 años de votar primero el secretario general y los miembros de la Ejecutiva y después el informe político y de gestión, talmente como Maruja Botas en Castrillo de los Polvazares: primero la proteína, luego las verduras y garbanzos y para el final la sopa. De hecho, yo estoy esperando que en una ronda de estas Sánchez sirva primero las natillas, que todo se andará.

Total que la cosa está entre Pedro y Pablo y ambos tienen querencias totalitarias: Pablo porque está en su ideología y en su carácter y Pedro porque su idea de negociar es imponer a la otra parte contratante un contrato de adhesión. Quiere que PP y Ciudadanos se lo firmen para desarrollar las políticas sociales de Podemos y para indultar a los golpistas que sean condenados por el Supremo: ojo, que no sabéis de lo que soy capaz. Además ahora se gusta mucho. Se le nota que se gusta hasta en los andares, aunque debería vigilarse antes de que su ministra de Justicia saque a pasear la bífida.

Y todo su partido está con él. A veces uno fantasea con la idea de que el secretario general de los socialistas hubiera sido Javier Fernández, pero este partido traía malas hechuras. Si les hubiera tocado un asturiano sería otro Fernández: José Ángel Fernández Villa.