Antonio Casado-El Confidencial
- De poco o nada le ha servido al presidente canjear el sacrificio de la directora del CNI por el favor de ERC
La estabilidad política no será posible en un tablero tambaleante con tendencia a serenarse si se trafica con el prestigio de las instituciones. Por ejemplo: sugerir sin entrar en detalles que el CNI hace mal su trabajo. O abrir la comisión de secretos oficiales a los agitadores de la inestabilidad del Estado. Demasiado grave como para diluirlo en la infantilización de un discurso claudicante frente a los enemigos del sistema.
Ahora que los costaleros de Sánchez creen haber localizado las «cloacas» en los servicios secretos del Estado, a los teólogos de Moncloa, incluida la ministra de Defensa, Margarita Robles, que se niega a ir de verso suelto, les ha dado por señalar los supuestos fallos de un CNI que, bajo la dirección de Paz Esteban, había hecho su trabajo sin dar que hablar.
Los amigos de ERC han querido tumbarle la ley de seguridad nacional porque no reconocen más nación que la suya
Mire usted por donde, de poco o nada le ha servido a Sánchez querer canjear el sacrificio de la jefa de los espías por el favor de los 13 diputados de ERC. Ofendidos por el «España nos espía», los amigos republicanos han querido tumbarle la ley de seguridad nacional (su modificación, en realidad) porque no reconocen otra nación que les importe más que la suya.
Ocurrió el jueves pasado. Contra toda lógica en la competencia del gobierno con el principal grupo de la oposición, fueron los «mangantes» del PP, según los había calificado el día anterior el presidente del Gobierno, quienes frenaron en seco la enmienda a la totalidad presentada por los secesionistas.
En otras palabras: después de aparecer encogido y acobardado frente a las amenazas de sus costaleros parlamentarios por cuenta del informe de Citizen Lab, el Gobierno ha encontrado oxígeno en las filas de Feijóo y no en las de Aragonés. No solo en una ley tan politizada como la llamada «ley mordaza». También en las cosas de comer se desmarcó ERC votando en contra de las exenciones fiscales en la rehabilitación de viviendas.
«No estamos aquí para apoyar o para tumbar gobiernos», dice el líder de los republicanos catalanes. Eso ya lo sabemos. Están para constituir una república independiente en Cataluña. Lo que pasa es que apoyar o tumbar al Gobierno son herramientas de doble filo para el camino, según convenga usarlas en función del objetivo final.
Aunque lo quieren débil, tal y como se ha mostrado en la crisis del espionaje, a ERC les conviene sostener al Gobierno de Sánchez, porque la alternativa es peor, cuando prácticamente todas las encuestas anticipan un gobierno de derechas al borde de la mayoría absoluta.
Esas y no otras son las fuentes del voluntarismo que lleva a Sánchez a suponer que irá sacando adelante sin problemas su agenda legislativa.
El Gobierno quiere que los españoles cambien de conversación, a cuenta de la factura de la luz o la baja laboral por los dolores menstruales
Es un momento político muy extraño. Con un gobierno empeñado en que los españoles cambien de conversación, a cuenta del tope en las facturas de la luz o los dolores menstruales con derecho a baja laboral, me llama la atención el desahogo verbal de Sánchez sobre el carácter «puntual» de esos desencuentros.
Eso le permite, dice, afrontar el resto de la Legislatura, sin riesgos de descarrilar, hasta su agotamiento a finales de 2023. Ni media palabra sobre los judicializados motivos del CNI para espiar a quienes trabajaban y siguen trabajando en la violación de los principios de integridad territorial y soberanía nacional única e indivisible.
El elefante que no se quiere ver sigue en el despacho de Sánchez