EL CORREO 12/05/14
· El colectivo vasco de víctimas da carpetazo a su crisis interna, tras sufrir 160 bajas, y se centra en el impulso de nuevos proyectos
El Colectivo de Víctimas del Terrorismo de Euskadi, Covite, ha vuelto a la senda de la tranquilidad. Tras un arranque de año turbulento, la asociación ha dado carpetazo a la crisis interna que amenazaba con poner en entredicho la labor desempeñada desde la ejecutiva, liderada por Consuelo Ordóñez. En la actualidad, y pese a las bajas de afiliación registradas en los últimos meses, está volcada en la lucha contra la impunidad y en su apuesta por una memoria con mayúsculas.
El futuro de Covite parecía cuanto menos incierto a finales de enero. En plena asamblea para elegir a su nueva dirección –se presentó una única candidatura, la de Ordóñez–, una treintena de miembros del sector crítico con la línea oficial se dieron de baja del colectivo y llegaron a anunciar que en torno a 200 socios seguirían su mismo camino en días sucesivos como protesta por el rumbo que había tomado la agrupación. La última gota que colmó el vaso fue el enfrentamiento público que pocos días antes la hermana de Gregorio Ordóñez protagonizó con el PP vasco en el cementerio de Polloe, durante la ofrenda floral en memoria del exdirigente popular. Apenas 24 horas más tarde, la presidenta de Covite y el PP enterraron el ‘hacha de guerra’.
Cinco meses después de la polémica, las bajas tramitadas por el sector crítico han rondado finalmente las 160, según confirman desde la asociación. Covite ha pasado, de esta forma, de los 670 afiliados a los 511, el segundo mejor registro de afiliación desde 2007. Por entonces, el número de socios rondaba los 370. Tras su salida de la asociación vasca, estas víctimas optaron por incorporarse a otro colectivo. En este caso, a la AVT. Cabe señalar que un porcentaje muy elevado –podría rondar el 80%– de los socios que presentaron su baja ya pertenecían también la asociación que lidera desde Madrid Ángeles Pedraza.
La AVT tiene previsto abrir en breve una sede en San Sebastián para reforzar su presencia en el País Vasco. Este colectivo de damnificados, mayoritario a nivel nacional, contaba ya con un delegado en Euskadi, que forma parte del Consejo Vasco de Participación de Víctimas del Terrorismo. El Gobierno central ha decidido ceder a la AVT un piso en desuso ubicado en el barrio donostiarra de Amara para que puedan utilizarlo como sede.
Si al estallar la tormenta, desde Covite valoraron «plenamente legítimo» que quienes creyeran que el colectivo debía «dejar el activismo» formaran una asociación o se integraran en otra ya existente, su postura a día de hoy no ha cambiado. Han dado carpetazo a la crisis interna y se han centrado en el impulso de proyectos ya iniciados, así como en nuevas iniciativas que, dado el actual escenario tras el cese de ETA, consideran de especial relevancia. El campo asistencial es sin duda el trabajo más discreto, como también el de apoyo jurídico. La asociación no solo colabora en la redacción de recursos, sino que, por ejemplo, ha elaborado, a petición del colectivo de afectados de Canarias, un borrador que permita aprobar una futura ley de víctimas en dicha comunidad.
Crímenes sin resolver
Pero en lo que a proyección pública se refiere, dos son sus principales ejes de actuación. Uno de ellos se centra en la memoria de lo acontecido en Euskadi tras décadas de terrorismo. La asociación presentó a principios de año un ‘mapa del terror’ en el que geolocalizan los 600 asesinatos que tanto ETA como los GAL u otros grupos terroristas cometieron en Euskadi entre 1960 y 2009. Una iniciativa pionera que ahora tienen previsto ampliar con las 360 víctimas mortales en atentados cometidos en Madrid.
El segundo ámbito de trabajo se centra en la Justicia. Una delegación de Covite entregó en febrero en la Corte Penal Internacional de La Haya un informe jurídico por el que solicitan de manera formal que se investiguen 292 asesinatos de ETA, entre los consumados y en grado de tentativa. Además, han intensificado los contactos con la Audiencia Nacional y la Fiscalía con el fin de dar salida a los crímenes pendientes de resolver.
Cabe destacar, ahora bien, una de las nuevas líneas de trabajo iniciadas por el colectivo vasco: su apuesta por «recuperar el ‘espíritu de Ermua’», señalan. Prueba de ello fue su irrupción en un acto organizado por huidos de ETA a mediados del pasado mes de marzo en Alsasua.
Tres representantes de Covite, encabezados por Consuelo Ordóñez, aparecieron en las inmediaciones de la casa de la cultura del municipio, repleta en esos momentos de exmiembros de la banda, con unos carteles en los que se podía leer ‘condenad el terrorismo. Aclarad los asesinatos’. Llegaron incluso a entregar a los antiguos activistas una lista con unos 400 asesinatos que permanecen sin esclarecer. Además, una denuncia presentada por el colectivo vasco llevó a los verificadores a comparecer en la Audiencia Nacional tras el polémico vídeo del desarme de ETA. La asociación no descarta, más bien al contrario, realizar nuevos gestos.