Bieito Rubido-El Debate
  • Sánchez, que perdió las elecciones porque millones de españoles no lo soportan, necesita comprar el tiempo que le resta en la Moncloa con concesiones de dudosa legalidad y de clarísima injusticia con el resto del país

Cataluña ha sido la comunidad autónoma que más se ha endeudado a lo largo de las tres últimas décadas. Deuda que no le ha lucido mucho, ya que no desarrolló un metro como el de Madrid, por ejemplo, y ha perdido a borbotones atractivo turístico y empresarial en los últimos diez años. Pujol, Maragall, Montilla, Artur Mas, Puigdemont, Torra y Pere Aragonés han incrementado esa deuda hasta límites impensables y que harían de esas cuatro provincias, de haber sido independientes, un Estado fallido. Ahora, a pesar del gasto improductivo y de la pésima gestión de sus dirigentes autonómicos, el resto de España va a tener que asumir nada menos que 17.100 millones de euros del quebranto catalán. Solo por una razón, porque Sánchez, que perdió las elecciones, no logra estabilidad parlamentaria salvo que malbarate el patrimonio del conjunto de España. Es decir, nos estafa.

Cataluña ha sido una autonomía muy mal gestionada, a pesar de las concesiones que todos los gobiernos le han entregado a lo largo de los últimos cuarenta años, en detrimento del resto de España, salvo País Vasco y Navarra. Pujol se instaló en la corrupción, a su familia la calificó un juez de la Audiencia Nacional como «organización criminal». Los dirigentes socialistas, con el impulso ciego de un indigente intelectual como Zapatero, llevaron a esas provincias al abismo, donde convergentes y la extrema izquierda los dejaron instalados en la mayor de las esterilidades. Ahora, lo deben todo. Pero Sánchez, que recordemos que perdió las elecciones, ya que millones de españoles no lo soportan, necesita comprar el tiempo que le resta en la Moncloa con concesiones de dudosa legalidad y de clarísima injusticia con el resto del país.

Algún día aparecerá un líder valiente que se atreverá a reformar la Constitución en aquellos apartados absolutamente medievales como son el cupo vasco y el amejoramiento navarro. Es increíble que los mayores defensores de estas anomalías democráticas sean partidos que se dicen de izquierdas. En realidad, el PSOE actual es ya un sindicato de intereses particulares, comandados por un jefe de familia dispuesto a todo, que se llama Pedro Sánchez. Ahora, como viejo padrino, le ha dado de manera discrecional e injusta una nueva ventaja a Cataluña, lo que supone, no lo dicen, un agravio para el resto de los españoles. No sé en qué están pensando los que votan PSOE fuera de Cataluña, salvo que esperen algo más, que nosotros desconocemos, del sindicato de intereses, antiguamente llamado PSOE.