ABC 13/09/16
EDITORIAL
Podemos le ha aceptado el envite a Pedro Sánchez y ayer anunció que esta semana habrá un contacto entre el dirigente socialista y Pablo Iglesias. De esta manera, anunciando además que la conversación abordará temas sustanciales, Podemos pone a Sánchez en el compromiso de unas expectativas de acuerdo con la formación morada que el PSOE sabe de antemano que no puede cubrir. Iglesias tendrá así fácil el mensaje de que la responsabilidad por el fracaso de la negociación vuelve a ser de Sánchez. No es el mejor momento para que el PSOE haga regalos a Podemos y lo convalide como interlocutor para una posible investidura de Sánchez, mientras en Galicia y el País Vasco los socialistas pugnan por no ser desbordados por la formación morada y sus confluencias. Cualquier legitimación a Iglesias como un socio homologable de gobierno es contraproducente en las campañas gallega y vasca, donde Podemos supera al PSOE en el liderazgo de la izquierda.
En este juego de apariencias creado por Sánchez –no se postula como candidato a la Presidencia del Gobierno, pero anuncia una ronda para hablar con todos como si fuera a postularse–, también sus competidores directos, como Podemos, pueden obtener algún beneficio. El PSOE no sabe a qué carta quedarse y juega a todas, dando a Podemos una baza de la que los socialistas podrían arrepentirse el próximo 25-S. Por otro lado, la deriva soberanista de Podemos en Cataluña y el País Vasco debería poner a este partido al otro lado de la línea roja que marcó el Comité Federal socialista de no pactar con formaciones que promovieran la autodeterminación. Y Podemos apoya un referéndum por la independencia en Cataluña y el País Vasco. El PSOE no se descabalga de su desorientación. Es más, la agrava día tras día negándose a sí mismo el protagonismo que le corresponde en la estabilidad institucional de España. ¿Adónde va el PSOE?