La estructura exterior de Mas se resquebraja en plena internacionalización de la independencia

EL CONFIDENCIAL 18/07/13

Malestar en las «embajadas» controladas por UDC

Las embajadas de la Generalitat fuera de Cataluña comienzan a darle quebraderos de cabeza al presidente del Gobierno autonómico, Artur Mas, justo en el momento en que necesita todo el engranaje exterior a punto para vender su proceso soberanista y buscar aliados internacionales. El golpe más grave es el abandono del delegado de la Generalitat en Madrid, Jordi Casas, hombre de confianza de Josep Antoni Duran Lleida.
Casas es el exponente más claro del militante democristiano (que no se define independentista, sino confederalista) y nunca escondió su recelo hacia la estrategia rupturista de CiU en los últimos meses. El delegado en Madrid había llegado a menospreciar las consultas independentistas celebradas los últimos años en varios centenares de localidades catalanas que sus socios de Convergència tanto apoyaron.
En esta legislatura, el exsenador Jordi Casas no había ocultado tampoco su malestar por la hoja de ruta claramente independentista del Gobierno catalán. Tanto que su retirada era ya un secreto a voces y tan sólo hacía falta ponerle fecha: no parecería muy lógico mantener como enlace en Madrid a un hombre que se había posicionado claramente en contra del proceso de Artur Mas. El relevo será, finalmente, el próximo 30 de julio.
“Es cierto que cada uno tiene su forma de pensar y, cuando se produce un relevo, siempre se le busca un trasfondo ideológico. Pero la verdad es que Jordi tiene graves problemas de salud. Se agota enseguida y no puede llevar el peso de tanta responsabilidad”, señala a El Confidencial una fuente cercana al delegado en Madrid. De hecho, tras superar hace unos años una grave enfermedad, en los últimos meses ha sufrido episodios cardiacos que hacen aconsejable que rebaje su ritmo de trabajo. Pero lo cortés no quita lo valiente: si la deriva del Gobierno catalán fuese otra, Casas no tiraría la toalla.
De todos modos, Unió Democràtica (UDC) no quiere perder la importante plaza que supone la capital de España. De hecho, Madrid es el feudo de Duran. Cuando Mas reconquistó la Generalitat, ambos dirigentes pactaron que las relaciones con el Gobierno central estarían en manos de los democristianos y de ahí que Duran nombrase a un hombre de su total confianza como delegado. Eso, evidentemente, tendrá que seguir así, y ya circulan nombres para ocupar la embajada madrileña.
Pero no es el único problema. Los democristianos controlan también la importante delegación de Alemania. En enero del año pasado, tras los pactos con el PP, Unió pudo desalojar a Martí Estruch (hombre de confianza de Josep Lluís Carod-Rovira) y colocar a Mar Ortega. El apellido ya lo dice todo y no es baladí: se trata, ni más ni menos, que de la sobrina de la vicepresidenta del Gobierno, Joana Ortega. Porque si Carod, en su momento, puso a su hermano en París, ¿qué problema hay en poner ahora a una sobrina en Berlín? Aunque tenga 31 años, poca experiencia política y no hable ni una palabra de alemán.

Otro aviso desde Alemania
La joven embajadora había trabajado en el Ministerio de Asuntos Exteriores y en el Parlamento Europeo, y en el momento de su nombramiento se encontraba preparando oposiciones para el Cuerpo diplomático español. Pero hace un año y medio, al PP ya le iba bien que se cambiase a un radical como Martí Estruch por otra persona con bajo perfil político, porque el relevo se materializó en un momento en que los populares presionaban a Mas para ayudarle a aprobar los Presupuestos a cambio de que rebajase el contenido político de sus embajadas.
Hace justamente un mes, la delegada en Berlín admitía que si el conflicto catalán se radicaliza y Artur Mas no pacta la consulta independentista con el Estado, la reacción del socio alemán “no será tan buena” como cabría esperar, puesto que no entenderían un proceso no negociado. Es decir, lanzaba un aviso más desde las filas democristianas de que no es posible una huida hacia adelante o una declaración unilateral de independencia.
Esta argumentación es similar a la que ha venido utilizando también el propio Duran Lleida los últimos meses. Y, aunque Ortega denunciaba interferencias del Ministerio de Asuntos Exteriores español y su “discurso del miedo”, también reconocía que los contactos de la Generalitat en el país teutón no pasan del secretario de Estado y que los representantes del Gobierno catalán no suelen tener acceso a los ministros del Gabinete de Angela Merkel. La agenda internacional de Mas, pues, cuenta con graves deficiencias si los Gobiernos más potentes de Europa mantienen las distancias con su Administración.
En esta coyuntura, el Gobierno catalán acordó este martes reforzar la acción exterior en “países claves”. Fuentes gubernamentales señalaron a El Confidencial que “no se trata de reforzar las delegaciones. Lo que se ha hecho es detectar zonas de influencia y ampliar el radio de actuación de las embajadas ya existentes”. Estas fuentes explican que la embajada de París, por ejemplo, “se hará también cargo de Suiza. De este modo, tendrá dentro de su radio de influencia la Unesco, que es un organismo con el que debemos tener trato directo”. La embajada de Estados Unidos también extenderá su influencia a Canadá y México, la de Alemania incorporará el territorio de Austria, y la de Gran Bretaña asumirá también Irlanda. La única que continuará con las mismas tareas que hasta ahora, pues, es la de Bruselas.
Según el portavoz del Gobierno, Francesc Homs, con estas medidas “se da cumplimiento al objetivo de consolidar la proyección exterior de Cataluña, reforzando y racionalizando la actual red de delegaciones”. Y lo que es más importante, “no supone un sobrecoste adicional, ya que se hace aprovechando los recursos existentes”.
Para el portavoz de CiU en el Parlamento autonómico, Jordi Turull, “hemos visto muchas críticas, desde la demagogia, a las delegaciones exteriores y cada vez las queremos poner más en valor porque ayudan a colocar el producto catalán en el extranjero y a que el mundo se fije en Cataluña e invierta aquí”. El propio Artur Mas, para realzar el papel de su red externa, respondió ayer a una pregunta parlamentaria de su partido. “Las exportaciones de Cataluña han pasado de un 28% en el periodo 1995-2001 a un 40% en el año 2012”, subrayó. Y ante las críticas del PP por el refuerzo de la actividad de las embajadas, el president prometió a los populares seguir con su hoja de ruta. “Mal que les pese, continuaremos con la acción exterior. Y le digo con toda modestia: deberían estar contentos de que la continuemos, porque si no es por Cataluña, que tira del carro de la proyección exterior, mal le iría al conjunto de España”.