El conjundo del nacionalismo trata de presentar versiones distintas de un mismo proyecto de secesión, para fingir una fantasmagórica pluralidad vasca que relativice la opción constitucionalista y se pierda como una más. ETA no está en contra del Plan Ibarretxe por muchos vídeos que haga. Ni está EA, ni está Aralar, ni está Elkarri.
El videocómico y peliculero rechazo de ETA hacia el Plan Ibarretxe sólo responde a una estrategia del nacionalismo en su conjunto: legitimar dicho plan presentándolo ridículamente como opuesto a las aspiraciones de la banda –cuando es obvio que las ratifica– y ampliar el campo de acción independentista presentando varias versiones distintas de un mismo proyecto de secesión para fingir una fantasmagórica pluralidad vasca y para que la opción constitucionalista se relativice y se pierda como una más, «como gota de mar en la mar inmensa». Si en vez de mostrar el mapa ideológico vasco dividido en sus dos únicos bandos reales -–el autonomismo y el independentismo– aparece al primero de ellos sumido en un océano de infinitas posibilidades (lo cual no sería nuevo porque antes del Plan Ibarretxe ya hubo un Pacto de Lizarra y un Plan Ardanza y una Vía Ollora y un Tercer Espacio que pretendían unánimemente la autodeterminación), se abre para los nacionalistas la cómoda expectativa de llegar a la independencia por media docena de atajos diferentes y poder exigir una independencia a la carta. Lo que ETA busca con su vídeo es que el nacionalista vasco quede situado ante el escaparate de la secesión como un niño en una heladería: con la boca hecha agua y no sabiendo si quedarse con la independencia de tuti fruti, la de vainilla o la de fresa, mientras al constitucionalista no le queda ni el barquillo. No. ETA no está en contra del Plan Ibarretxe por muchos vídeos que haga. Ni está ETA contra el Plan Ibarretxe ni está EA ni está Aralar ni está Elkarri contra ese plan. Otra cosa es que, por meras razones de táctica política, prefieran no quemarse y no apostar en voz alta por éste por si fallara y para poder salir entonces cada uno con una nueva versión propia. De lo que se trata es de reducir al máximo el espacio del constitucionalismo o, mejor dicho, del PP porque el PSE-EE también está jugando a ofrecer su Plan López y a crear un clima que presente como imprescindible el desbordamiento del Estatuto de Gernika.
Sí. La deslegitimación socialista del actual marco estatutario, la desmovilización, el adormecimiento del movimiento cívico, las ideas de la Gallizo, los ánimos que se le han dado a ETA rinden frutos. Se ha dicho con mucha euforia que a ETA le quedan dos telediarios y que no atenta por el «efecto social» que tuvo el 11-M. Pero en los planes de ETA no sólo cabe la fase táctica de la bomba sin víctimas y la reaparición esporádica de la «kale borroka» sino el modelo Bin Laden que le inspira «sana» envidia. El mismo salto audiovisual que ha dado tiene mucho de plagio de los vídeos de Al Qaida. El modo de evitar que esos dos telediarios que le quedan a ETA no relaten un segundo 11-M es precisamente convencer a la banda de que no obtendría el «efecto social» ni los «buenos resultados políticos» que obtuvo el primero para los objetivos terroristas.
Iñaki Ezkerra, LA RAZÓN, 30/9/2004