Iñaki Ezkerra, ABC, 7/9/12
Les aseguro que las elecciones vascas no van a ser el Apocalipsis de provincias que algunos están vaticinando
LA televisión oficial vasca informa de un comunicado de ETA y lo desmiente a los diez minutos. Pero nadie, en las dos semanas que han pasado desde ese extraño hecho, ha dado ninguna explicación, ni se ha preguntado de dónde salió ese simulacro, ni quién fue su autor, ni con qué fin lo hizo; ni cómo esa televisión detectó su falsedad en tan poco tiempo, como si tuviera más conocimiento de la banda terrorista que la propia Consejería de Interior. Al parecer lanzar falsos comunicados de ETA es un hecho normal y cotidiano, una diversión como otra cualquiera, un derecho constitucional.
Por poco que sepamos de ese comunicado, por cuya autoría y reconocimiento de su falsedad no se pregunta nadie, hay dos cosas que deja claras: una buena y otra mala. Una es que ETA está en una horas realmente bajas, y que se le toma por el pito de un sereno. ¿Quién se arriesgaría a hacer un comunicado falso de una banda terrorista que estuviera en plena forma? ¿Quién cometería la temeridad de suplantarla, como el que va al Carnaval disfrazado de Bob Esponja? Ésa es la cosa buena. La cosa mala que deja entrever la prontitud con la que rectificó la ETB es que hay una ETA sociológica en el País Vasco que llega hasta su propia televisión pública, y que el Gobierno de López no ha depurado. Si en esa casa hay quien sabe distinguir entre un comunicado falso y otro auténtico de ETA es que sabe demasiado, o dispone del teléfono que le pueda sacar de dudas en diez minutos. El hecho bueno y el malo no son incompatibles. ETA se halla infiltrada en todo el tejido social vasco, incluidos sus medios oficiales de comunicación. Está institucionalizada desde antes de que tomara la Diputación guipuzcoana y la alcaldía donostiarra. Pero, a la vez, esa expansión es simultánea a su descomposición. Para vendernos su paz, Patxi no ha podido sacarle a ETA ese comunicado de autodisolución con el que nos amenazaba obscenamente. Y es que ETA no se disuelve, pero se descompone, se pudre.
Bolinaga no estará terminal, pero ETA sí. ETA se muere ahogada por la democracia, por el tiempo, por la realidad, por la indiferencia y por este apático, prosaico y descreído país al que le importa todo un huevo. ETA no está ganando, y resulta sospechoso que quien piensa que sí haga todo lo posible para dividir al constitucionalismo, para quitarle votos a Basagoiti. Si tanto le preocupa el triunfo de ETA, lo lógico sería que apoyara a éste incondicionalmente. Más, cuando lo previsible no es que suba Bildu, sino el PP al recoger muchos de los votos que ha perdido López. Hay quien quiere salvarnos deseando el fin del mundo, paradójicamente. Pero, con todo lo que me preocupan, les aseguro que las elecciones vascas no van a ser el Apocalipsis de provincias que algunos están vaticinando. En el peor de los casos, lo que vamos a tener después de ellas es una «ibarrechada». Y, como pasó con el Plan Ibarretxe, no pasará nada. En este país nunca pasa nada. Ése es el problema.
Iñaki Ezkerra, ABC, 7/9/12